Por Francisco Sáez
Aquí
te dejo algo para pensar en estas fiestas…
Parece
claro que la
felicidad ayuda a que la gente sea más productiva.
Pero, ¿y al revés?¿Ayuda
la productividad a que la gente sea más feliz?
Hay
algunos que ven la productividad desde una óptica un tanto
simplista. “Hacer
más cosas con menos” les
parece más bien un dogma impuesto por el sistema y las
organizaciones, con el fin de obtener más beneficios o incurrir en
menos costes. Y es cierto, en parte. Por supuesto, la productividad
es algo que le viene muy bien a las empresas y a los gobiernos,
puesto que no disponen recursos ilimitados. Pero, por el mismo
motivo, es también algo que le viene muy bien a tu familia o a ti
como individuo.
Aparte
de los posibles beneficios económicos que
seguramente alcanzarás siendo más productivo, la
búsqueda de la productividad personal tiene
más que ver con otro tipo de motivaciones. Todos queremos ser
felices, durante el mayor tiempo posible. Aunque para cada uno la
felicidad significa algo diferente, los científicos aseguran que una
parte importante de la felicidad nos llega como consecuencia de
nuestra interacción diaria con nuestro entorno (otra
parte viene como consecuencia de nuestros genes y de circunstancias
externas, pero esto escapa a nuestro control).
Sí,
resulta que la parte de tu felicidad sobre la que tú puedes influir
viene fundamentalmente de las cosas que haces en tu día a día. Esto
implica que tu
productividad personal puede tener un impacto razonablemente
importante en tu felicidad.
Así
pues, ¿qué deberías hacer? ¿En qué deberías emplear tu tiempo?
Evidentemente, debes cumplir con tus obligaciones, aunque no todas te
hagan feliz, porque no hacerlo tiene consecuencias—y va a restar
puntos a tu índice de felicidad.
Pero
también debes hacer las cosas que te gustan. Y también debes buscar
nuevas experiencias, agradables y divertidas, porque cuando haces
algo estimulante por primera vez te sientes muy bien. A medida que se
repite la experiencia, te vas acostumbrando y el placer disminuye.
Ten en cuenta que hay experiencias, como leer un libro, que, aunque
repetidas, en realidad son nuevas cada vez; cada libro es una nueva
historia que te puede estimular positivamente.
Si te
preocupas por tu productividad personal,
tus rutinas estarán al día y no se producirán situaciones de
crisis. Igualmente, tendrás siempre en mente otras áreas de tu
vida, que no tienen nada que ver con el trabajo, pero requieren
acciones por tu parte para lograr un equilibrio que te permita ser
feliz (familia, amigos, aficiones, ocio, etc.). Para
ser feliz has de tener la intención de ser feliz, has
de ser proactivo y
buscar tiempo para dedicar a tu felicidad. Para eso necesitas ser
productivo.
Además,
piensa en cómo tus objetivos y planes a largo plazo también
influyen en tu día a día, aunque sea de manera indirecta. Por lo
tanto, también necesitas gestionarlos eficazmente para ser feliz. Y
para eso necesitas un sistema.
Resumiendo,
los posibles orígenes de la felicidad son tres: Tus genes, contra
los que nada puedes hacer, tus circunstancias externas, que en la
práctica apenas puedes cambiar, y la actividad de tu día a
día. Sólo
puedes influir de manera clara en lo que haces, y lo que hagas
dependerá en buena medida de tu organización personal y de tu
productividad.
¡Feliz
Navidad!