lunes, 18 de agosto de 2014

6 aspectos que te roban tiempo y cómo eliminarlos

1.     Revisar 5 portales de noticias en internet diariamente
Acéptalo, los 5 portales contienen la misma información y las mismas noticias, pero navegar entre diferentes páginas te hace sentir menos culpable por perder el tiempo. Un agravante es que generalmente lo hacemos en las horas más productivas de la mañana.

2.     La televisión
Algunas personas dicen “no tengo tiempo”, pero no están incluyendo en esos cálculos todas las horas semanales que desperdician al frente de la TV. Este tiempo parece intocable, y los días que antes eran de 24 horas ahora se reducen a 20 o 19 de cuenta de todas las horas que nos absorbe esta actividad.
Haz una lista de los programas de televisión que ves en la semana y trata de eliminar el que menos te guste o te aporte. Con esa media hora diaria de tiempo adicional para dedicárselo a lo importante, te aseguro que disminuirás bastante la frase “no tengo tiempo”.

3.     El celular
La necesidad de estar revisando constantemente las notificaciones y los corres electrónicos en el celular, denota en cierta medida la necesidad de estar ocupado, así no sea en algo importante. ¿Para qué? para evitar pensar en lo que sí es importante pero, como implica incomodidad y esfuerzo, nos da pereza hacerlo. Nuevamente, los cálculos para decir que carecemos de tiempo los hacemos sin incluir ese tiempo que pasamos diariamente revisando el celular, incluyendo las 30 o 40 veces en el día en las que revisamos los correos de la oficina y las notificaciones en las redes sociales.

4.     La bandeja de entrada
Cuando no tenemos el celular disponible, utilizamos la bandeja de entrada de la oficina como una distracción (consciente o inconscientemente) para aplazar lo importante. No tiene ningún sentido revisar el correo cada 5 minutos. Evacuar cada correo en el momento en que llega es una de las prácticas más ineficientes que hay, y consume gran parte del tiempo que deberías estar aprovechando en lo verdaderamente importante.

5.     La improvisación
La falta de planeación nos hace perder tiempo. Ir improvisando durante el día y confiar en que nuestra memoria no nos fallará para acordarnos de las cosas importantes es una decisión que nos hace perder tiempo. El no tener claro qué es lo importante y qué no, o en qué momento se debe hacer cada actividad, hace que se aumente la probabilidad de dejar todas esas actividades empezadas y nunca terminarlas. Planear la semana y construir nuestros días alrededor de las actividades improtnes que tenemos que hacer, nos ayuda a enfocarnos y a aumentar exponencialmente nuestra productividad y nuestros resultados. Esta es una técnica poderosa para ahorrar y optimizar tiempo.

6.     Los tiempos muertos
Hay momentos en que no podemos controlar el tiempo que gastamos en ciertas actividades. Por ejemplo, el tiempo que dedicamos diariamente a transportarnos a nuestras casas u oficinas.Sin embargo, existe una forma para sacar provecho de este tiempo.

No siempre hay que hacer grandes cambios para obtener resultados. En la cotidianidad es posible hacer mejoras que, a medida que va pasando el tiempo, repercutirán positivamente en varios aspectos. En este caso, tener presente estos 6 aspectos ayudará a que los cálculos de nuestros días vuelvan a ser de 24 horas, y que, en el largo plazo, sean cada vez menos las veces que salga de nuestra boca la frase “no tengo tiempo”.

Por Juan Esteban Bravo Álvarez

viernes, 15 de agosto de 2014

¿Cuál es tu potencial?

Vamos por la vida resolviendo el día con esfuerzo y tesón cuidando nuestro trabajo, amigos, hijos, recorremos un camino enfocados en avanzar, en crecer.
Y muchas veces sucede que al pasar de los años en vez de sentirnos plenos por haber logrado lo que nos propusimos, nos invade una sensación de vacío como si nada de lo hecho fuera suficiente
Que sucedió?
Hicimos lo correcto, aprendimos de los errores, construimos un futuro digno, nos mantuvimos fuertes ante la adversidad, seguimos haciendo lo que teníamos que hacer y sin embargo…..
Cuando ya es tiempo de llegar, nos encontramos en lugar donde no nos gusta estar.
Que sucedió?
Cuenta la leyenda que un  buen hombre, habiendo transitado una vida de esfuerzo, de honestidad y de fe, en su camino hacia el paraíso, se encuentra con Dios, quien lo interroga sobre el resultado de su existencia para evaluar sus opciones (algo así como un examen para pasar a un grado mejor, o repetir el que ya hiciste)
Relajado el hombre confía en aprobar la evaluación pues sabe de la honestidad de su trayectoria.
Entonces Dios le pregunta: ¿Cuántas conferencias diste?
Conferencias? Yo? No, yo conferencias no di ninguna (respondió asombrado)
Entonces…continuó preguntando Dios… ¿A cuantas personas mejoraste con el poder de tu palabra?
Yo? Pero si yo siempre fui de pocas palabras.
Entonces…. ¿Cuantos libros escribiste?
Señor, (respondió mas sorprendido aún) Yo, yo no escribí ningún libro.
Dios con voz grave dijo seriamente: Hijo mío…. entonces no has aprovechado el tiempo de vida que te he dado.
Pero Señor, yo fui un buen hombre, trabajé día a día para ganar el pan para mi familia, obedecí respetuosamente a mis patrones, cumplí siempre con mi deber... ¿Por que me dices eso? ¿Qué debería haber hecho?
Hijo, no se trata de lo que debías hacer, sino de lo que podías hacer y no hiciste. A cada uno doy un don especial y a veces más.  En tu caso te dí, el poder de la palabra, y nunca lo desarrollaste.Ese era tu don, y no lo usaste.Tus mejores momentos eran los que dedicabas a la lectura, o cuando les contabas cuentos a los niños, o cuando te quedabas absorto escuchando los discursos de párrocos y políticos. Escuchabas que decían y también como lo decían. Y yo se que en secreto cuando nadie te veía recitabas poesías que tu mismo habías escrito. Esas eran las señales de tus dones.
El personaje de esta leyenda comprendió las palabras de Dios y vio que eran ciertas.
Pero su tiempo se había terminado.
Tú tienes el tiempo!
Mientras hay vida siempre estas a tiempo de ser quien puedes ser.
Tú tienes un don o varios.
Búscalos! Son tu potencial!
Para darte cuenta…..
    · ¿Qué haces cuando el tiempo pasa sin que te des cuenta?· ¿A que jugabas cuando pequeño?· ¿Qué personajes admiras? Que hacen?· ¿Qué tareas que para otros es trabajo para ti es juego?· Si te aseguraran que vas a tener éxito... ¿Que harías?· Si no tuvieras límite de tiempo, dinero y afecto... ¿a que te dedicarías?· Si en una vidriera se exhibieran ante ti todas las profesiones y pudieras elegir la que quisieras y al hacerlo adquirirías mágicamente todas las competencias…· ¿Cuál elegirías?

Reflexiona sobre las respuestas, escríbelas.
Siempre es tiempo
Siempre es todavía
Afectuosamente

Nora Biderman
Coach Ontológico

Puede contactar con la autora desde autores@tisoc.com

lunes, 11 de agosto de 2014

Escuchar no es lo mismo que oír

Uno de los principales inconvenientes que nos encontramos dentro del proceso comunicativo es que no sabemos escuchar, el mensaje no llega como debiera y muchas veces nos sentimos poco valorados e incomprendidos. Por eso decimos que oímos pero no escuchamos.
Oír se hace de manera pasiva, se trata simplemente de percibir vibraciones de sonido. No es más que un aspecto fisiológico relacionado con las sensaciones. En cambio escuchar implica, además de oír, interpretar lo que se oye. Se trata de la capacidad de captar el mensaje en toda su amplitud, no sólo prestando atención a lo que se percibe verbalmente, sino también a lo que observamos a través de la comunicación no verbal, tono de voz y lenguaje corporal de la persona que habla. Podemos decir entonces que se trata de entender, comprender y dar sentido a lo que se oye. Se escucha de manera activa, por ello los psicólogos acuñamos el término de Escucha Activa al referirnos a este primer paso de la comunicación.
Entendemos, por tanto, que la Escucha Activa nos es imprescindible para poder relacionarnos de una manera emocionalmente saludable, ya que no sólo presta atención a lo que la persona está diciendo, sino también a los sentimientos, ideas o pensamientos que se derivan de lo que está diciendo. Facilitando de este modo poder ponernos en el lugar del otro, lo que llamamos empatía.
Aspectos a tener en cuenta cuando pretendemos escuchar activamente:
- Estar preparados mental y físicamente antes de la escucha, ya que requiere un esfuerzo de atención y predisposición mental para captar el mensaje.
- Tener una actitud positiva.
- Reflexionaremos sobre la forma de ser y actuar del emisor para tratar de adaptarnos lo máximo posible a él.
- Mostraremos interés en lo que nos está diciendo para que sienta que lo estamos escuchando.
- Trataremos de ponernos en su lugar, a través de lo que se conoce como escucha empática. Entenderemos, respetaremos y nos interesaremos por sus problemas, pensamientos y emociones.
- Buscaremos un espacio de calma que le ayude a sentirse cómodo, facilitando de esta manera la comunicación.
- Respetaremos la distancia con el emisor, en función de la relación personal que tengamos con él. Siendo más cercana en caso de amigos y familiares, y algo más lejana ante personas desconocidas o relaciones profesionales.
- Escucharemos con los ojos, igual que con los oídos. Es decir, prestaremos especial atención al lenguaje corporal para poder interpretarlo.
- Tendremos en cuenta el tono, la intensidad y el ritmo de la voz, ya que a través de ellos se transmiten emociones.
Deberemos evitar entonces:
- Crearnos expectativas. Tendremos la mente abierta sin esperar nada.
- Hacer caso de nuestras emociones, prejuicios y opiniones antes de comenzar la comunicación.
- Distraernos con otras cosas mientras estamos escuchando.
- Interrumpir a la persona que habla. Se cortará la comunicación y el mensaje no llegará de la misma manera.
- Juzgar. Seremos conscientes de la persona que tenemos delante tratando de entenderla, valorarla y comprenderla desde el respeto.
- Dar consejos, aleccionar, llevar la contraria y cambiar de tema.
- Contraargumentar. Por ejemplo: la persona dice “estoy cansado” y nosotros le respondemos “yo también”.
- No prestar atención a los sentimientos de la otra persona. Por ejemplo restándole importancia a un malestar que siente “No te preocupes, verás que no será nada”.
- Hablar de nuestra experiencia mientras el otro tenga la necesidad de seguir hablándonos.
Dentro de la comunicación no verbal prestaremos especial atención a determinados aspectos, principalmente a la mirada. El contacto visual es una muestra clara de si una persona nos está escuchando o no. Nos fijaremos en si es capaz de mantenérnosla mientras le estamos hablando o si parpadea. El parpadeo es un signo de atención, dado que sirve para fijar la imagen y la información que recibimos. Otros aspectos a tener en cuenta serán, los movimientos de cabeza hacia abajo o hacia un lado, éstos nos indican que estamos siguiendo la comunicación y que pretendemos seguir haciéndolo de manera activa; y la expresión facial, ya que a través de las gesticulaciones de la cara podemos llegar a saber el estado emocional en el que la persona se encuentra.
Pero como toda comunicación, no es unidireccional, es cosa de dos. No sólo escucha el receptor, sino que el que habla a su vez también tiene que saber captar los mensajes que su interlocutor le emite, por lo que la escucha activa vendría a ser en ambos sentidos.
Sé que resulta complejo retener tantos datos en la cabeza antes de ponerse a escuchar, pero no requiere más que práctica para conseguirlo. Si nos acostumbramos a ir haciéndolo asiduamente, al final la mente lo interiorizará y conseguiremos escuchar activamente sin que nos resulte difícil. Nos resultará mucho más sencillo si utilizamos algunas de las siguientes habilidades comunicativas:
- Empatía. Intentar entender que es lo que siente la otra persona, hacerle ver que intentamos ponernos en su lugar para comprenderlos. Por ejemplo “noto tu dolor”.
- Parafrasear. Se trata de intentar decir con nuestras propias palabras lo que creemos que ha sido el mensaje que el otro nos ha querido transmitir. Es un ejercicio básico si queremos cerciorarnos de que le hemos entendido. Por ejemplo “¿quieres decir que…?”, “Entiendo que te refieres a…”.
- Emitir palabras de refuerzo o cumplido. Consiste en dar nuestra aprobación, bien sea a través de un halago o a la demostración de que estamos de acuerdo con lo que nos está diciendo. Por ejemplo “Me gusta mucho hablar contigo”, “Veo que se te da muy bien…”.
- Resumir la conversación para ver si hemos entendido el mensaje. Con ello mostraremos a la persona nuestro grado de comprensión. Si vemos que éste no ha sido del todo satisfecho, le pediremos una aclaración con la finalidad de alcanzar un entendimiento total.
De forma complementaria a la Escucha Activa tenemos, lo que conocemos con el nombre de Escucha Reflexiva. Ésta requiere de una respuesta ante la primera, tratando de demostrar que la persona ha sido escuchada y comprendida en sus sentimientos ante las circunstancias que nos ha estado relatando.
Desde un punto de vista terapéutico sería primordial cuando se nos presentan casos de personas a las que les cuesta muchísimo expresarse emocionalmente, ya que nos permite formular preguntas abiertas de forma reflexiva, que ayudan a la persona a explayarse en el discurso sin pensar demasiado en si lo está transmitiendo bien o no. De esta manera conseguimos que no haya interpretaciones y juicios, que no harían más que entorpecer la comunicación.
El uso de la Escucha Reflexiva, ayuda a ver la situación de una manera más clara, ya que la reflexión favorece el cambio de pensamiento. Ver las cosas desde una perspectiva más positiva ayuda a que la persona se suelte en el momento de expresar sus emociones y en definitiva eso es lo que perseguimos, ser capaces de poder decir lo que sentimos para descargar con ello las tensiones acumuladas.
¿Cómo conseguimos Escuchar reflexivamente?
- Parafraseando. En esta ocasión repetiremos la afirmación del hablante en forma de pregunta, consiguiendo de este modo hacerlo reflexionar sobre el mensaje que emite. Por ejemplo, ante la afirmación contundente de “Mi mujer nunca me escucha” nosotros le preguntaremos “¿Sientes que ella no te escucha lo suficiente?”. De esta manera podemos hacer pensar a la persona que quizás fue algo exagerado al afirmar con rotundidades que nunca era escuchado.
- Intentar descubrir la emoción subyacente. En ocasiones la persona no dice como se siente pero lo podemos llegar a deducir por sus palabras. Por ejemplo, si nos dice “Mi hermano es un idiota”, le diremos “veo que estás enfadada con él”. Poco a poco iremos consiguiendo que la persona exprese su emoción, sin tener que averiguarla.
- Haciendo preguntas para asegurar la comprensión. Es importante entender bien el mensaje, por lo que todo lo que no se entienda se debe preguntar. Por ejemplo, si nos dice “¡No soporto a ese hombre!”, le diremos “Pareces molesta ¿te ha sucedido algo con él?”. A través de esta pregunta abierta conseguiremos que vaya abriéndose más a explicar su sentir interno.
- Alentando a la persona a continuar hablando haciéndole saber así que le estamos escuchando. Mediante el contacto visual directo y con una actitud receptiva, le haremos ver a través del lenguaje verbal y no verbal que lo estamos escuchando. Asintiendo con la cabeza a modo de aprobación o a través de expresiones como “Entiendo”, “Continua”.
Después de todo lo expuesto podemos afirmar que saber escuchar es primordial para construir relaciones emocionales sanas. ¿Nos quitamos los tapones de los oídos y nos ponemos a ello? Seguro que la mente y el cuerpo nos lo agradecerán.


Por CIARA MOLINA

viernes, 8 de agosto de 2014

Alerta al acoso moral laboral “Mobbing”

El “mobbing” se define como el acoso psicológico y moral en el trabajo. Leymann (1996) lo presenta como “una persona o un grupo de personas que ejercen una violencia psíquica extrema, de forma sistemática y recurrente -al menos, una vez por semana y durante más de seis meses- sobre otra persona en el lugar de trabajo, todo ello con la finalidad de destruir o perturbar su actividad laboral”. Por otro lado, Piñuel (2000) considera que el mobbingtiene como objetivo el “intimidar, opacar, reducir, aplanar, amedrentar y consumir emocional e intelectualmente a la víctima con el propósito de sacarla de la organización”.
El acoso laboral o “mobbing” es un dilema muy antiguo y existe en diferentes culturas y civilizaciones; de hecho, se ha agudizado y manifestado en los últimos años dentro de las organizaciones privadas y con más frecuencia en los gobiernos. Las estrategias que utilizan los acosadores o “mobbers” son, más bien, de índole psicológica, pues la intención es no dejar “rastro o huella” del acoso.
El acoso afecta el estado psicológico, emocional y físico del empleado o víctima dentro del entorno del trabajo y fuera de éste. Es provocado por un acosador que, según los expertos en conducta, tiende a mostrar los siguientes rasgos de personalidad:
·         Controlador
·         Posee baja autoestima
·         Tiene necesidad de reconocimiento
·         Miente con frecuencia
·         Posee miedos
·         No tiene sentimientos de culpa
·         Entre otros perfiles que son llamados “psico-terrorista laboral”.
Se señala que el fin último del acosador es el asesinato psicológico de la víctima y el motivo principal es encubrir su propia mediocridad, todo ello, debido al miedo y la inseguridad que experimentan los acosadores hacia sus propias carreras profesionales. El asociado, que es sometido a un proceso de estigmatización, se atenta a la dignidad y privación a sus derechos por parte del acosador y, en ocasiones, por parte de la organización.
A continuación les presento algunas situaciones que enfrenta una persona o víctima que está siendo o ha sido acosada frecuentemente en su trabajo:
1. Hostilidad continua por parte de un compañero(a) o supervisor
2. Bromas y epítetos de mal gusto
3. Atentado contra su dignidad y ataques a sus convicciones personales
4. Duda y criticas con frecuencia sobre su trabajo
5. Aislamiento y disminución de áreas de responsabilidad clave
6.
No tomar en cuenta sus opiniones e ignorar su presencia
7. Sobrecarga selectiva de trabajo
8. Dan entender que tiene problemas psicológicos
9. Amenazas de manera continuada a la víctima o coaccionarla, entre otros acosos y hostigamiento moral.
Confío en el buen juicio de las empresas privadas, agencias de gobierno, organizaciones y a sus dirigentes para que estén vigilantes y establezcan códigos de normas de conducta de “mobbing” dentro de sus políticas internas y que, a su vez, sirvan de prevención contra el acoso laboral. En fin, todos buscamos un buen ambiente, un clima laboral positivo lleno de productividad y donde se nos respete nuestra dignidad.
Finalmente, manténgase alerta ante el acoso o “mobbing” y busque información al respecto: no permita que lo antes mencionado le afecte su vida laboral y personal. Si siente que este le está causando estrés y ansiedad laboral, busque ayuda profesional y no descarte tomar alguna acción legal: están su derecho.
(La autora es Especialista en Recursos Humanos y ofrece servicios de consultoría a empresas. Puede contactar con la autora desde autores@tisoc.com).