miércoles, 31 de agosto de 2011

Coaching y salud: Ahora también

Por Inés Montiel Higuero

La vida es frágil, como el ser humano mismo. Generalmente no pensamos en ello, pero forma parte de nuestra esencia más íntima. Aunque en el día a día no seamos conscientes, somos vulnerables. La salud y la enfermedad son los dos extremos de la misma cuerda, dos polos inseparables; un polo nos da la posibilidad de disfrutar, mientras que el otro nos permite crecer. Pero siempre en el centro de dos extremos encontramos un punto intermedio: el bienestar. Nuestro nivel del bienestar depende en esencia de nuestra actitud, de cómo seamos capaces de vivir nuestra salud o nuestra enfermedad; para ello debemos realizar un trabajo personal que nos lleve a disfrutar de cada instante, saborear cada segundo, ser agradecidos, buscar y dar siempre lo mejor de nosotros mismos. Cultivemos nuestra actitud ante los acontecimientos del día a día (que no siempre son los que nos gustarían), para conseguir siempre nuestro máximo nivel de bienestar.

-Era una mañana soleada, había salido de guardia y me encontraba dando un paseo con mi perro por el campo. Podía disfrutar de unas vistas espectaculares desde donde me encontraba: campos verdes y al fondo el azul intenso del mar que se llegaba a confundir con el cielo. La temperatura, ya tibia, me permitía recibir los rayos de sol en los brazos y en la cara. Queen, mi perra, corría a mí alrededor sin parar. La vida era maravillosa.

De repente sentí un intenso dolor en mi tobillo izquierdo, al tiempo que caía al suelo. Un poco aturdida, sin saber bien qué pasaba, me senté e intenté incorporarme, pero el dolor me lo hacía imposible. En poco tiempo me encontré con una bota de fibra de vidrio en mi pierna, unas muletas para desplazarme y la indicación de reposo con la pierna en alto.

Era el peor momento para tener que parar por la enfermedad (bueno realmente no hay ningún momento adecuado), pues en los siguientes días tenía que dar respuesta a importantes compromisos laborales adquiridos hacía meses. Me encontraba en un buen momento de desarrollo profesional, se empezaban a materializar muchas posibilidades por las que había luchado duro hasta ese momento y parecía que tenía que posponer algunas cosas durante varias semanas.

A pesar de todo y con la ayuda de las personas que me quieren, conseguí continuar, más o menos, mi ritmo frenético de trabajo. No aproveché la oportunidad para cuidar mi salud (la enfermedad, bien interpretada, es una oportunidad para mejorar) y lo que se podía haber solucionado en poco tiempo, siguiendo las recomendaciones oportunas, se convirtió en una larga y penosa enfermedad que consiguió paralizarme durante nada más y nada menos que dos largos años. Por el sobresfuerzo realizado dada mi actitud ante el accidente, se comenzaron a suceder diferentes síntomas y signos que derivaron en el diagnóstico de siete hernias discales en la columna. Durante los siguientes tres meses (que viví tan intensamente hasta el punto que me parecieron tres años) se sucedieron exploraciones, pruebas y visitas a distintos profesionales y se barajaron diferentes diagnósticos: tumor cerebral, esclerosis múltiple, etc.; todas posibilidades terribles que progresivamente iban minando mi moral y mi capacidad de lucha y respuesta.

El final de este camino tortuoso fue vida de reposo, nada de actividades que pudieran implicar esfuerzos físicos, un corsé de inmovilización en la columna y toneladas de fármacos. Todo esto con 38 años, una vida por delante y en pleno despegue personal y profesional. La consecuencia casi natural que se podía esperar sucedió y la depresión terminó de aniquilar mi capacidad hasta de pensar. Sin embargo, fueron los largos paseos por la playa los que me permitieron reencontrarme con mi esencia y tomar la decisión de buscar un camino de sanación y así fue cómo la integración de la medicina alopática con fisioterapia y terapias alternativas, junto a los cuidados y el amor de mi familia, pareja y amigos, consiguieron que en mí creciera, de nuevo, la semilla de la vida.

Pasaron los tiempos de silencio, de no entender nada, de lucha sin descanso contra la enfermedad. Hoy sigo teniendo siete hernias, sigo viviendo con el dolor, pero vivo una vida tan normal y con tantas o tan pocas restricciones como la de cualquier persona. Muchas cosas han cambiado en estos años (ya van a ser ocho y contra todo pronóstico no estoy inmovilizada). He aprendido mucho, incluso me atrevería a decir que soy un poco mejor en lo personal y mucho mejor en lo profesional (ahora, como médico soy capaz de entender mucho más a mis pacientes), pero sobre todo, he aprendido que mi nivel de bienestar no depende de mi nivel de salud ni de la gravedad de mi enfermedad, mi bienestar depende fundamentalmente de mi actitud ante los acontecimientos que me suceden.

¿Cómo me "siento" en el otro lado de la mesa? Cómo médico que atraviesa un proceso de enfermedad me he cuestionado paradigmas científicos, emociones, hábitos, capacidades y habilidades. El camino recorrido me ha permitido recuperar la esencia de mi vocación y retomar la palabra como arma terapéutica fundamental. Sentada en "el otro lado de la mesa", experimento la importancia de la comunicación entre cualquier profesional de la salud y yo como paciente. Ahora "siento" el poder de las palabras de estímulo, de las palabras creadoras de ambientes de empatía, de las palabras que son capaces de proyectar y crear futuro de bienestar - .

A través del Coaching para la Salud te propongo un camino de trabajo profesional y personal para ayudar a tus pacientes a que aumenten su experiencia de bienestar, sea cual sea su nivel de salud o de enfermedad. Donde tu paciente quiera llegar depende, en gran medida, de su actitud y tu trabajo; como profesional, consiste en ayudarle a encontrar su máximo potencial.

Inés Montiel Higuero es coach personal y se dedica al sector de la salud.

lunes, 22 de agosto de 2011

El coaching educativo

Beatriz Duda

Hace ya varios años el Coaching se conoce en el ámbito empresarial y educativo, pero es sólo recientemente que este último ha comenzado a tomar importancia en países latinoamericanos.

El Coaching es una manera de comunicarse que busca crear conciencia y responsabilidad para trabajar con base en metas que permitan lograr nuestros más altos objetivos. Esta definición se ajusta perfectamente al ámbito educativo. La pregunta es: ¿cómo llevarlo a cabo?

Las respuestas son varias, pues entendemos el Coaching educacional en dos niveles.

Primer nivel

Una herramienta de comunicación eficaz. Esta debe darse entre la dirección del centro educativo con el personal administrativo y docente; entre todos ellos con los padres de familia; y entre los docentes con los alumnos. En este nivel se busca también el alineamiento de los valores individuales con la política educativa del centro para el que trabajan.

Las cualidades básicas que estas personas, escuela, alumnos, padres y madres de familia deben desarrollar para lograr una comunicación positiva son las siguientes: saber escuchar, tener buena disposición, estar motivado, usar la metodología básica del Coaching (teniendo presente el buen manejo del lenguaje verbal, la emocionalidad y la corporalidad).

En este nivel, los profesores son una pieza muy importante y se convierten en facilitadores del aprendizaje de sus alumnos, respetando su individualidad y apoyándolos en el desarrollo de su potencial.

Segundo nivel

Una oficina de Coaching. Los alumnos son sensibilizados sobre el tema de manera que se motiven a recurrir al coach (sabiendo que hay absoluta confidencialidad) para resolver sus problemas de cada día, que afectan directamente su desempeño. Acá el alumno tiene la oportunidad de esclarecer su meta, buscar la manera de lograrla y activarse para lograr el cambio, todo ello con el seguimiento y aliento constante del coach.

Hay que tener presente que es frecuente que el alumno demande en un inicio ayuda para un problema del momento y luego, decida trabajar otros temas con su coach que lo lleven finalmente a un cambio transformacional.

En este espacio el coach trabaja básicamente el tomar conciencia, asumir la responsabilidad de las propias decisiones, el crecimiento personal y académico, el manejo de las emociones, la activación para lograr el cambio, el manejo del tiempo, el esfuerzo sostenido, el automonitoreo y la adaptabilidad a las normas del centro educativo.

Desde esta oficina se realiza el Coaching individual (con alumnos de secundaria), grupal (con alumnos de primaria) y de peer Coaching (programa de formación a alumnos de secundaria que deseen ser amigo/coach de un compañero dispuesto a ello).

El coach o los coaches a cargo de este espacio deben tener la formación profesional en Coaching y será mejor si tienen la formación de coaching en TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad), ya que en todo centro educativo, sea escolar o universitario, hay una población que presenta estas características.

(La autora es Coach de TDAH, presidenta de la Asociación Peruana de Déficit de Atención).

viernes, 12 de agosto de 2011

Coaching en el tratamiento del Trastorno de Déficit de Atención con o sin Hiperactividad - TDAH

Maya Echegaray

El presente artículo aborda la práctica del coaching para el TDAH en Lima, Perú. Empezaré con una breve explicación sobre lo que el TDAH implica en la persona que lo presenta.

El TDAH es un trastorno neurológico que incide en la conducta de la persona y ocasiona un bajo desempeño en contraposición al óptimo coeficiente intelectual que pueda tener, esto se debe a la falta de inhibición de impulsos, de la atención y del movimiento motor. En ese espectro, se toman tres criterios para la formulación del diagnóstico: inatención, impulsividad e hiperactividad, los que se pueden manifestarse de forma combinada o tan sólo con la presencia de alguna de ellos. Es necesario que alguna de estos criterios sea la causa de una gran dificultad en el "funcionamiento de la persona". ¿Cuánta frustración obtiene una persona debido a una o más de estas características en su día a día? Pueda que alguien presente alguna de ellas y que no sea mérito de un diagnóstico de TDAH, el asunto radica en una serio impedimento para la persona en desarrollarse de acuerdo on sus capacidades.

En este sentido, la persona con esta condición tiene una débil capacidad de organización, de planificación, memoria corta de trabajo, dificultad de mantener el esfuerzo en actividades o tareas no tan atractivas y que ha de cumplir, una demora considerable en iniciar una actividad, una constante "dejadez" para esperar el último día de plazo para ejecutar lo encomendado (procrastinación), necesita un estímulo externo permanente para la consecución de sus objetivos, dificultad en la sociabilización, "no piensa antes de actuar" y una serie de comportamientos que inciden negativamente en su ritmo cotidiano.

El tratamiento adecuado del TDAH es multidisciplinario: farmacológico, terapia conductual o emocional y Coaching, además del soporte familiar y la comprensión del entorno en el cual se desenvuelve la persona.

El Coaching educativo y particularmente para el TDAH, aparece en el Perú gracias a la iniciativa de Beatriz Duda, presidenta de la Asociación Peruana de Déficit de Atención (www.deficitdeatencionperu.org), quien lo introduce en la práctica como uno de los pilares de su tratamiento. Este tipo de Coaching ha resultado ser muy exitoso, ya que acompaña al coachee a tener una amplia información sobre su condición de TDAH, a identificar sus síntomas y a aprender a descubrir su mejor forma de funcionar en el día a día, con el objetivo de obtener un mejor desempeño en sus actividades y en sus relaciones personales. La toma de conciencia para asumir el TDAH es fundamental, esto es muy importante para quienes presentan este trastorno y para quienes los acompañan, puesto que ellos solos no pueden darse pautas específicas para lograrlo, a pesar su notable inteligencia.

La factura que entrega el TDAH es meramente operativa, de ejecución, y es, como siempre les digo a mis coachees, cuando empezamos un proceso: "yo te acompañaré hasta que puedas escribir tu propio manual de funcionamiento, nosotros no lo tenemos". Las personas que presentan el TDAH no pueden funcionar como los demás, no pueden aprender como los demás, lo que no significa que no lo puedan hacer. Sí pueden aprender, sí pueden lograr lo que se propongan, pero bajo estrategias diferentes, en manos de un aprendizaje distinto que ha de ser descubierto, que se ha de investigar dentro de cada cual. Por ello que es tan importante que estas personas estén acompañadas de un profesional que conozca a fondo su problemática, que lo entienda y con su mirada comprensiva pueda alentarlo a revertir los síntomas que no lo ayudan a sentirse satisfecho consigo mismo. Se trata de que el resultado que quieran obtener no signifique un esfuerzo desmedido en su consecución.

El Coaching para el TDAH no se limita a ser aplicado tan sólo en la persona que lo padece, sino también en las personas que sufren también las consecuencias de la existencia en su vida de un ser querido con TDAH; ellos también se ven inmensamente beneficiados, puesto que el entender este trastorno significa comprender a esa persona con quien se comparte y, por lo tanto, también puede mejorar su calidad de vida.

Actualmente, somos cuatro las coaches que trabajamos haciendo Coaching para los TDAH en Lima, gracias a la formación que Beatriz Duda, tan gentilmente se ha abocado. Pronto tendremos más personas capacitadas para esta profesión. Muchos niños, adolescentes y adultos serán los favorecidos por esta disciplina que tanto aporta en la existencia del TDAH.

La autora colabora en la Asociación Peruana de Déficit de Atención: www.deficitdeatencionperu.org

lunes, 8 de agosto de 2011

Coaching deportivo: Sentir los colores

Pere García

Parece evidente que, desgraciadamente, vivimos en la sociedad del ¡ahora! y del ¡date prisa! Y que esa realidad se ha cebado con el deporte, por extensión, también. Sentir los colores es una de las expresiones más comunes y ancestrales  del deporte y se tira de ella  cuando queremos pedirle a los deportistas ese plus  que les permita conseguir los objetivos establecidos o un poco más de entrega y entusiasmo en su práctica deportiva, pero, ¿qué significado tiene esa frase para el jugador de hoy? ¿Qué hace el entrenador para que esa frase tenga la efectividad necesaria?

El deporte actual nos da muchos motivos para pensar que estamos yendo demasiado deprisa en muchos sentidos, pero probablemente, es en el campo de la identidad deportiva donde se están produciendo las mayores incongruencias. Al despersonalizar los clubes y convertirlos en empresas o sociedades anónimas, conseguimos que los profesionales se conviertan en trabajadores y, obviamente, esos trabajadores no ven mucho más allá de unos directivos, representantes, marcas comerciales y un largo etcétera de figurantes que les remuneran por su trabajo, sin centrarse en ninguno de los vínculos y valores esenciales de la práctica deportiva,  olvidando en muchas ocasiones a quien representan verdaderamente y que simbolizan los colores y el escudo que visten en cada partido.

Puestos a analizar el tema, me gustaría ejemplificar con una paradoja esta carencia de identidad deportiva por parte de los deportistas y entidades en general, a través de un gesto muy significativo, a la par que curioso. He podido observar en los medios de comunicación a lo largo de las últimas semanas algo que me llama notablemente la atención, ya que a mi entender, se trata de un  gesto, un detalle que, no dudo, arranque en ocasiones de la buena voluntad del deportista por agradar a los socios o representantes de los clubes  y que se ha convertido, desde mi punto de vista, en el mayor acto de hipocresía en la realidad deportiva actual. Se trata, como no, de besar el escudo.

Hoy en día, lo primero que se le pide a un jugador recién llegado a un club en su presentación es ¡ besar el escudo! ¿No debería ser este acaso, el mayor gesto de identidad, compromiso, respeto y amor que se puede mostrar por un club? Para mí lo es ¡sin duda! Entonces, ¿es ese gesto auténtico? Yendo un poco más allá:  ¿cómo se entiende que un jugador bese un escudo tras un gol o una canasta decisiva para luego ver, a las pocas semanas o meses, cómo ese mismo jugador abandona el club y vuelve a hacer lo mismo con otros escudos? ¿Dónde está la identidad deportiva en estos casos?

¡Besar el escudo en la presentación! Me parece inconcebible tal prueba de amor en la primera cita. Por lo general, la identidad deportiva tiene que forjarse con el tiempo. Al igual que enamorarse, es un sentimiento progresivo y evolutivo de pertenencia, identificación y compromiso  que se hace grande con el paso de los acontecimientos. De nada sirve un "flechazo" si el día a día no es positivo, ya que como en el amor, en el deporte la magia también acaba perdiéndose hasta desaparecer.

No quisiera a través de estas líneas caer en el error de la generalización, ya que debo decir que existen clubes e instituciones que mantienen aun viva esa llama,  pero estarán de acuerdo conmigo, en que actualmente la progresiva expansión de esta corriente mercantilista en el deporte está afectando a clubes de todo el mundo. Como coaches estamos obligados a criticarlo y, como no, a intentar aportar nuestro granito de arena para solucionar el problema.

La identidad deportiva es, sin duda, una de las claves para generar cohesión, cooperación y compromiso deportivo, y como tal no debe dejarse al azar dentro del deporte y de las estructuras grupales. Estamos hablando de uno de los elementos más relevantes y prioritarios a potenciar, tanto en los deportistas como en los equipos. Un buen coach, así como los miembros del staff técnico pertinente, debe tener en cuenta este elemento como parte fundamental en  sus áreas de trabajo y centrarse en su desarrollo para empezar a obtener resultados significativos lo antes posible.

Si se sabe gestionar correctamente, la identidad deportiva es la clave para facilitar  la durabilidad de los proyectos, potenciar la fidelidad de sus deportistas a los objetivos establecidos y al club que les representa, sensibilizarlo  sobre los valores históricos y emocionales que le ligan estrechamente a la masa social de la entidad y muchos otros aspectos que harán  del deportista, con el tiempo,  un jugador comprometido y entregado a la causa.

En una sociedad como la actual, con la crisis económica mundial que nos rodea  y que tan fuerte está sacudiendo a las estructuras deportivas profesionales y semiprofesionales, son los valores más esenciales de pertenencia los que pueden marcar la diferencia entre los clubes. De hecho, estoy convencido de que recuperar la esencia del deporte más amateur en el que el simple hecho de jugar con los "tuyos" por el honor del grupo, el equipo, el color de las camisetas o su escudo, será la clave del éxito más allá de los factores socio económicos que puedan alterar, o al menos intentarlo, la realidad deportiva de cualquier estructura o equipo.

La identidad deportiva, como tantos aspectos fundamentales en los equipos deportivos, son procesos dinámicos que deben fluir debidamente para poder obtener los mejores resultados. Aunque debe ser la experticidad del coach, así como de su staff técnico - los que deben manejar correctamente dicha área - recuerden que existen algunos elementos universales que todo club posee y que nos deben dar una idea aproximada de dónde debemos incidir si queremos potenciar este sentimiento.

No podemos olvidar que se debe diferenciar entre aspectos físicos y cognitivos. Por un lado, tenemos elementos físicos relevantes como: el campo, los vestuarios, la camiseta, el escudo  y, por otro lado, elementos cognitivos: memoria histórica, anécdotas, filosofía de juego, tradiciones. Cualquiera de estos campos debe analizarse y desarrollarse para conseguir forjar el deseo de identidad deportiva.

Así pues,  si realmente nos preocupa la identidad deportiva y compartimos la idea de que se trata de una de las llaves de la supervivencia de las estructuras deportivas del futuro, dejémonos de besos al escudo en la primera cita y centrémonos en invertir ese clase de amor eterno que transciende fronteras, aquel que va más allá de los deportistas y de los resultados y que deja a los clubes y sus estructuras donde se merecen, en lo que fueron en su inicio y en lo que siempre deberían ser: un campo de sueños para todos aquellos que realmente sienten los colores y que pueden besar tantas veces como quieran los escudos, porque pase lo que pase, siempre estarán allí.

Pere García es Licenciado en Educación Física y Deportes por la Universidad de Barcelona (INEFC),  Master en Psicología del Deporte y  Entrenador Nacional de fútbol. En el ámbito del  Coaching, es FPC y  de Directivo Coach formado en TISOC. Actualmente funge como Coordinador de Servicios de Coaching Deportivo de TISOC

lunes, 1 de agosto de 2011

Clima laboral: Que fluya la armonía

Vanessa I. Vélez

"Para que un recurso humano se sienta motivado, antes debe estar satisfecho y en armonía con la labor que realiza" - Vanessa I. Vélez

La armonía significa equilibrio en las proporciones entre las distintas partes de un todo. Para que exista la buena vibra y la energía positiva es meritorio propiciar la armonía en los entornos donde nos desenvolvemos día a día. Una muy antigua teoría de Leibniz (1646 - 1716) considera que "el universo tiene la suficiente armonía para que todas las especies y elementos que lo forman puedan existir y coexistir, tanto individual como colectivamente con o sin influencias entre ellos". Aplicando esta teoría al contexto laboral, la armonía logra que una empresa u organización pueda trabajar por un bien común, no importa cuán diversos sean sus individuos, siempre y cuando trabajen al unísono, tomando en cuenta que el esfuerzo individual es necesario para lograr el "éxito" entre sí.

Mantener un buen entorno laboral es una meta indispensable de toda organización. Si promovemos un proceso motivacional y armonioso, por naturaleza vamos a sentirnos bien con nuestro yo interior y seguramente la reacción será afirmativa en el lugar donde nos desempeñamos, compartimos ideas y tareas diariamente.

En investigaciones y encuestas realizadas, se pudo observar que cuando las personas interrogadas se sentían bien en su trabajo, tendían a atribuir esta situación a ellos mismos, mencionando características o factores intrínsecos como: los logros, el reconocimiento, el trabajo mismo, la responsabilidad, los ascensos, etc. En cambio, cuando se encontraban insatisfechos tendían a citar factores externos como: las condiciones de trabajo, la política de la organización, las relaciones personales, etc. (Herzberg, Mausner y Snyderman, 1967).

La organización es responsable de definir y garantizar un adecuado de clima organizacional positivo. Parte del éxito de una organización son los niveles de motivación de sus recursos humanos, las actitudes y opiniones de los miembros de la organización en aspectos claves de la misma. Entonces, ¿es necesario llegar al extremo de utilizar métodos o rituales para que fluya o exista la armonía?

Que fluya la armonía

El ser humano armonioso, relajado e ilusionado tiende a desempeñar satisfactoriamente su rol interno y externo optimizando resultados a través de un buen clima laboral y motivado acompañado de:

  • Excelentes condiciones de trabajo: que existan estándares de prevención y seguridad.
  • Buenas relaciones interpersonales y comunicación afectiva-efectiva.
  • Interacción social, equipos de trabajo y líderes que interactúen positivamente entre sí.
  • Reaccionar efectivamente y adaptarse a los cambios.
  • El factor reconocimiento y sus recompensas.
  • Generar la confianza entre empleados y sus líderes.
  • Fomentar el desarrollo personal y profesional de todos los miembros de la organización.
  • Fijarse metas y objetivos a corto y mediano plazo.
  • El sentido de pertenencia, la entrega y la pasión hacia las cosas que nos satisfagan y nos hagan sentirnos feliz.
  • Crear espacios de relajación y propiciar la creatividad e innovación.
  • Importante el buen sentido de humor: la risa relaja las tensiones y tiene un efecto sanador que estimula la secreción de endorfinas y puede mejorar los estados depresivos y de ansiedad.

Para que todo lo anterior pueda surgir, las buenas relaciones y el buen estado emocional de cada miembro son la base de cualquier proceso motivacional y armonioso, inmersos dentro de un marco lleno de respeto, equidad, cordialidad y justicia, el cual hace que se retenga la pieza clave en toda organización: el capital humano.

(Vanessa I. Vélez es consultora en Recursos Humanos para pequeñas y medianas empresas en Puerto Rico).