Tiempos
de tránsito son los
espacios de tiempo que dejas pasar involuntariamente entre dos cosas que tú has decidido
hacer voluntariamente. Por ejemplo, has decidido tomar unas cervezas con un
amigo, llegas a la hora acordada al bar y esperas 10′ a que llegue tu amigo.
Los tiempos de tránsito se han introducido
en la vida moderna hasta convertirse en nuestros compañeros
inseparables. Sales de casa camino del trabajo y esperas
mientras vas en el transporte público o en un atasco. Llegas al trabajo y
esperas a que arranque el ordenador. Vas a una reunión y esperas a que llegue
el resto de la gente. Vas a comer y esperas, primero a que te atiendan y luego
a que te cobren. Vas al médico al salir del trabajo y esperas en la consulta.
Pasas a recoger al niño del cole y esperas a que salga. Te pones a ver la tele
y esperas a que empiece lo que quieres ver…
¿Qué
haces mientras esperas? Divagar. Consultar compulsivamente
el email en tu dispositivo móvil cada cinco minutos. Ojear qué pasa por las
redes sociales… Lo más probable es que hagas eso que comúnmente se llama
“perder el tiempo”.
Puede que ahora mismo estés pensando:
“Tampoco es tan grave. Son solo cinco minutos…”. Correcto… O
no. Ir y venir del trabajo suele ser bastante más tiempo. Súmale cinco minutos
para que arranque el ordenador. Otros diez a que empiece la reunión, eso si
tienes la suerte de que te convoquen a una sola reunión al día y empieza más o
menos “puntual”. Otros diez en el médico, o en la cola de la panadería o… Otros
cinco en el colegio. Otros cinco a que empiece la serie de TV…
Recientemente oía que simplemente el tiempo que esperamos a que se inicien las aplicaciones
informáticas que
usamos a diario equivale a 5 días al año, a raíz de unos 11′ al día. Si
extrapolamos los datos de ese estudio al resto de los tiempos de tránsito que
nos rodean, podemos estar hablando fácilmente de otros cinco días esperando
transporte público, otros diez esperando a que empiecen reuniones… Llegar a un
mes al año perdido en tiempos de tránsito no nos costaría ningún esfuerzo y, sin
embargo, ya ves, seguimos creyendo que “son solo cinco minutos”.
Paradójicamente, la gente dice que no tiene
tiempo. Y lo dice convencida de ello. Bien pensado,
probablemente estén en lo cierto. Si pierdes casi un mes al año en tiempos de
tránsito probablemente pierdas también mucho tiempo en otras cosas.
Probablemente haya muchos motivos que expliquen por qué ocurre
esto pero uno de ellos es la creencia de que en “solo cinco minutos” no se
puede hacer nada que merezca la pena. Y es importante tener claro que esto es
simplemente una creencia, no un hecho. Porque en cinco minutos un único día
puede que no se haga mucho, pero en cinco minutos repetidos diez
o veinte veces todos los días pueden hacerse muchas cosas.
Uno de los elementos más potentes y menos aprovechados de la metodología de productividad personal GTD es el contexto. Y, en concreto, el contexto “tiempo disponible“.
Si procesas bien
tu trabajo y lo descompones correctamente en próximas acciones, tendrás un montón de tareas que podrás hacer en cinco o diez
minutos. Ten en cuenta que muchos proyectos o trabajos complejos comienzan con una
simple llamada, un breve borrador, una lista de puntos sobre los que trabajar…
Además, muchas requerirán simplemente de tu cabeza o de papel y lápiz o de un
teléfono. Si además cuentas con un smartphone, probablemente puedas hacer un
buen montón de ellas.
No tienes tiempo para
leer pero podrías ir escuchando un audio-libro mientras estás en el atasco o en
el transporte público, si es que te mareas al leer. Puedes llamar para pedir
hora en el taller mientras el niño sale del cole o llamar para reservar una
sala mientras esperas a que empiece la reunión. Puedes buscar información con
tu smartphone sobre el sitio al que planeas ir de vacaciones mientras
esperas en la consulta del médico o leer tu blog favorito mientras esperas a
que empiece lo que quieres ver en TV.
La productividad personal no tiene que ver con hacer muchas cosas
sino con decidir conscientemente qué cosas hacer.
Si quieres seguir dedicando un mes al año a hacer cosas que no te aportan
mucho, perfecto. Pero si realmente piensas que no tienes tiempo, date
una oportunidad y prueba a hacer algo distinto. Acostúmbrate a
llevar contigo una lista con media docena de cosas que puedes hacer en menos de
10 minutos y para las que sea suficiente con tu móvil, tu cabeza y lápiz y
papel. Luego, cada vez que no estés haciendo
lo que quieres hacer, acuérdate de que no tiene necesariamente por qué ser así.
Porque la productividad no se suele perder en bloques grandes. Por
lo general, es al contrario. La productividad se pierde en
los tiempos de tránsito.
Por José Miguel Bolivar