Manuel López Jerez
Ya sabe usted que no pretendo dar lecciones sobre management y liderazgo, optimización del rendimiento organizacional, comunicación interna, etc. Mi intencionalidad al escribir éste y otros textos, es la de hacerle reflexionar sobre algunas cuestiones, conceptos, circunstancias y vivencias del día a día laboral, empresarial y profesional, que le puedan ayudar a mejorar sus planteamientos y enfoques organizativos, empresariales y laborales.
No crea que cuando hablo de estrategia me refiero al concepto que en estos últimos años han utilizado, egocéntricamente, demasiados profesionales del ámbito de la gestión y la dirección empresarial. Ni se preocupe si al acabar de leer el texto usted es consciente de que ha actuado como uno de ellos. Lo importante es re-organizarse lo antes posible; como se suele decir: “más vale tarde que nunca”, aunque en esta época el tiempo cuesta mucho y es difícil encontrarlo.
¿Se considera usted un “mimético”? He escrito algún texto sobre este colectivo de estrategas de salón, cuyo único objetivo es el beneficio propio y el de alguno de sus simpáticos ayudantes y colaboradores externos, que juntos hilan la madeja del maquillaje corporativo, que triste y lamentablemente, han situado a las empresas que dirigen en una posición de debilidad corporativa, de quiebra técnica?
Un estratega en el ámbito de las organizaciones empresariales trabaja para la colectividad de la organización que dirige, bajo parámetros de una ética profesional que garantice el beneficio en la cuenta de resultados. El Sr. Ramón Adell (Presidente de la Asociación Española de Directivos) declaró en un medio de comunicación: “es necesaria una mayor formación en ética y valores”.
Los miméticos no son transparentes, cambian de color, de forma y, llegado el momento, de olor. Hay que reconocerles un cierto arte del camuflaje, de la picaresca mediterránea. Construyen su discurso con las palabras “que tocan”, según su estrategia para esconder realidades negativas de una pésima gestión empresarial, de un estilo de dirección y liderazgo enfermizo, contraproducente y causante de grandes pérdidas económicas.
Usted puede preguntarse: ¿dónde está el mimético? ¿Está en mi empresa? ¿Es un compañero del equipo directivo? ¿Soy yo uno de ellos y no me identifico? En estos últimos tiempos de bonanzas económicas, de proyecciones astrales, era difícil identificarles. Todo iba bien, todo se justificaba, todo se maquillaba. Que la Junta rectora de la Cooperativa, la Junta de Accionistas de la sociedad conozca la realidad virtual, que escuchen lo que quieren escuchar y vean lo que quieren ver, ésta es la máxima y el principio de todo comportamiento y acción profesional de un mimético.
Sinceramente he de decirle que no me interesan los miméticos. Desde el punto de vista personal, parece que han triunfado, aunque en la trastienda, las medallas sean de hojalata. Lo que sí me interesa mucho, desde un enfoque de mejora organizativa, profesional y empresarial es desmaquillar a este tipo de profesionales que tanto daño causan a las empresas que gestionan y dirigen, por sus actitudes, comportamientos y decisiones perjudiciales para la salud corporativa, en su integridad.
Las empresas enfermas no sólo lo están en el aspecto económico, sino que también lo están en el humano, afectando la salud de muchos trabajadores, generando pérdidas por absentismo, bajo rendimiento y una mala imagen corporativa.
La reorganización estratégica deben llevarla a cabo, en primer lugar, los profesionales del equipo directivo, para posteriormente ponerla en marcha en toda la organización, con la participación de la Junta Rectora (en el caso de una Cooperativa), o de la Junta de Accionistas (en el caso de una sociedad). Es muy importante para garantizar el éxito de la estrategia corporativa que todos estén y se sientan involucrados en la RE-ORGANIZACIÓN de la empresa.
Ahora que sabemos lo poco rentables y peligrosos que son los miméticos, deberíamos de trabajar para detectarlos y adoptar medidas personalizadas, siempre bajo el criterio de una ÉTICA profesional y empresarial y con las miras puestas en la colectividad, en el gran beneficio que genera una empresa estratégicamente organizada, dirigida y gestionada.
Los mercados internacionales, la competitividad, la inestabilidad financiera están desmaquillando a muchos profesionales que han vivido a cuerpo de rey, señores del reino del buen vivir, sin perjuicios de sus egocéntricos comportamientos gerenciales.
Volver a organizar estratégicamente las empresas es, desde mi punto de vista profesional, urgente y necesario para afrontar las circunstancias adversas en la que estamos inmersos. La estrategia comienza con uno mismo para darse y servir a los demás. En momentos de tensión profesional es necesario retomar la perspectiva de la situación. No hay que viajar a un país exótico, ni aventurarse a volar en un parapente, ni tantas aventuras que nos quieren vender; usted puede y debe encontrar espacios de reflexión -si es en la naturaleza, mucho mejor- y reorganizar sus planteamientos gerenciales, manteniendo todo lo que ha funcionado y corrigiendo los errores que haya detectado.
Puede asegurarse el éxito de la reorganización, trabajando día a día en el cambio de CULTURA EMPRESARIAL y profesional, que quiere implantar en la empresa que dirige, sin prisas, pero sin pausas, poco a poco, asentando los principios del nuevo estilo de dirección que usted va a poner en marcha con su ejemplo de liderazgo colectivo, siendo un LÍDER SERVIDOR.
Aprenda usted el oficio de servir y tendrá garantizado el éxito como gestor de integración del equipo que dirige, así generará una cultura de empresa basada en la colaboración, en el compromiso laboral, en la proactividad profesional, en la EXCELENCIA LABORAL.
El autor es consultor y coach empresarial.
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