Muchas
veces podemos tener la sensación de que por mucho que trabajemos por
un proyecto, un objetivo… no sirve de nada, y podemos llegar a
plantearnos si lo que estamos haciendo dará algún día sus frutos.
No
ver el resultado directo de nuestro trabajo lo hace verdaderamente
difícil, sobre todo cuando uno lleva muchos días aguantando fuerte
el ánimo, pero llegan momentos en que afloja la ilusión, la
motivación o la esperanza.
Estas
emociones son parte del camino de todo el que tiene el coraje de
aventurarse en el terreno de la incertidumbre, y es necesario estar
dispuesto a sentirlas y hasta aceptarlas como parte del plan, porque
no podemos ignorar las consecuencias de nuestras elecciones. El
que elige ganar, también ha elegido perder, porque es lo que
conlleva el riesgo: puede que los frutos vengan o no, pero el que
planta la semilla ya ha iniciado un camino que no tiene marcha atrás,
y es su responsabilidad aprender a aceptar tanto la derrota como el
éxito, pues ambos están ahí, como parte del juego.
Pero
el hecho de que cuando apostamos podamos ganar o perder no implica
que sean excluyentes. Es decir, que la vida no es como una ruleta en
la que se apuestan todas a un color, sino que es más bien una cadena
de constantes retos, donde hay factores de suerte y otros que
dependen de nosotros, y donde son
muchas las veces en que puede cambiarse el marcador de nuestra
partida.
Por eso decía Kipling en su gran poema “If”: “si
puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso, y tratar de
igual manera a ambos impostores“…
Hay
un concepto en física que también se acabó por trasladar a la
sociología: la masa crítica. Se define la masa
crítica en la Wikipedia como la “cantidad mínima de material
necesaria para que se mantenga una reacción en cadena”. Por
ejemplo, cuando ponemos el agua al fuego para hervir unos macarrones,
podemos ver que durante los diez minutos hasta que el agua empieza a
burbujear, aparentemente no pasa nada. De un golpe de vista no
distinguiríamos entre el primer minuto y el noveno, pero si hemos
cocinado otras veces o sabemos algo de culturilla general,
sabemos que el agua hierve a 100 grados, y que eso suele tardar unos
minutos, así que no nos ponemos a mirar el fuego inquietos,
pensando” ¿cuándo hervirá por fin?”
Pero también nos ocurre muchas veces en el ámbito de los proyectos vitales o profesionales, que llevamos a cabo una serie de acciones y esperamos un determinado resultado, pero no llega. Y nos preguntamos cuándo llegará, inquietos, hasta a veces deduciendo que lo que estamos haciendo no está sirviendo de nada… Y, de pronto, el día menos pensado, llega por fin.
Y
aparentemente no estaba pasando nada un mes antes, un día antes, o
hasta unas horas antes, pero de pronto nuestra “película” da un
giro, y cambia. Y lo que es curioso es que en realidad todos los
meses anteriores tenían seguramente mucha relación con el punto en
que el éxito llega, pero si los pasamos por alto, fijándonos sólo
en las causas inmediatas, no ganaremos la fuerza ni la experiencia
necesarias para la próxima vez que necesitemos ejercer la paciencia,
la perseverancia y la confianza.
“No puedes conectar los puntos mirando hacia adelante; solo puedes hacerlo mirando hacia atrás. Asi que tienes que confiar en que los puntos se conectarán de alguna forma en el futuro. Tienes que confiar en algo, tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo que sea. Porque creer que los puntos se conectarán luego en el camino te dará la confianza de seguir tu corazón, incluso cuando te conduce fuera del camino trillado y eso hará toda la diferencia.” Steve Jobs
Por
eso creo que es clave aplicar un doble principio: trabaja y
confía. No dejes de trabajar aun cuando te vaya bien,
porque nunca sabes qué pasará mañana, y qué recursos necesitarás.
Y no dejes de confiar aun cuando te vaya mal, porque no sabes qué te
traerá mañana, y si habrá un nuevo amanecer después de la
oscuridad de la noche en la que vives.
“El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será, y llegará naturalmente.” Facundo Cabral
Por Beatriz, filocoaching.com
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