Profa. Vivian Orama López
Estamos en el año 2040: gracias a los adelantos y sus mecanismos, son millones las personas que viven más de 100 años. Los bebés nacidos en esta era vivirán siglos y gozarán de una salud óptima; cientos de personas viven como millonarias; la industria del turismo lidera como la empresa mundial más grande en el siglo veintiuno; la Luna se ha convertido en el nuevo espacio habitado por los humanos. Sin embargo, el agua sigue siendo el preciado líquido que desaparece poco a poco; para poder respirar aire puro, cada familia debe poseer su propio purificador de oxígeno; miles de especies de plantas y animales están extintos. Estas aseveraciones parecieran que forman parte de una película de ciencia ficción, pero no es así. Éstos son sólo algunos de los escenarios que nos presenta el futurólogo Edward Cornish en su libro Futuring: The exploration of the future.
La ciencia del futurismo, asevera Cornish (2004), no se considera como una ciencia natural como lo es la biología o la física, pero sí como una ciencia social o la economía. La misma utiliza la razón y los métodos científicos; se concentra en la sociedad y no en el individuo; utiliza los hechos históricos, el conocimiento científico, los valores y la imaginación para crear imágenes que puedan ocurrir en el futuro (Cornish citado por Acevedo, 2008).
La meta del futurismo no es predecir el futuro, sino convertir el mismo en uno mejor (Cornish, 2004). Según este investigador, el mundo del futuro se desarrolla a partir del mundo presente. La clave para mejorar el futuro, según el futurólogo Edward Cornish (fundador del World Future Society) será la siguiente: fijarse en las tendencias y no los eventos.
El Marqués de Condorcert, primer científico futurista del siglo XVIII, aseguraba que para poder predecir el futuro debíamos conocer y entender el pasado, refiriéndose a las tendencias sociales notables (Beckwith, 1981). Él mismo pronosticó numerosas realidades que hoy prevalecen: por ejemplo, el continuo e indefinido aumento en los años de vida, la inseminación artificial, el crecimiento del movimiento feminista, la adquisición de un seguro individual y social (Seguro Social), la creación de una organización internacional que velara por la paz (Naciones Unidas), entre otras.
Cornish (2004) presenta seis mega tendencias que moldean el futuro de la sociedad en que vivimos. Las mismas se detallan a continuación:
1. Progreso tecnológico - incluye todos los adelantos que le permiten al ser humano realizar sus propósitos de una forma más efectiva. Millones de científicos, tecnólogos y académicos trabajarán juntos para crear ideas innovadoras, asevera Cornish.
2. Desarrollo económico – el progreso tecnológico produce como consecuencia esta segunda mega tendencia. De esta manera, los individuos utilizarán sus conocimientos para producir bienes y servicios para su uso y el de los demás. Por lo tanto, cada generación comenzará con más capital y bienestar.
3. Mejoramiento de la salud – el mejoramiento de la salud permite el aumento en el crecimiento de la población y su edad promedio, por lo que la población mundial aumentará cada día. Lugares como el Monte Everest y la Antártica serán opciones reales para morar.
4. Aumento en la movilidad – tanto las personas, bienes e información se han trasladado de un lugar a otro de forma acelerada. Los viajeros preferirán viajar a lugares más distantes; supercarreteras unirán los continentes de Europa, Asia y África.
5. Deterioro ambiental – el mundo entero se ve afectado por esta mega tendencia; esto ocurre por el desarrollo económico y el crecimiento poblacional continuos. El aumento de la contaminación en los océanos y el aire serán cada vez más notables.
6. Pérdida de la cultura tradicional – la movilidad, junto a otros elementos como el crecimiento económico y los cambios rápidos, han hecho posible que las personas pierdan parte de su propia cultura para adaptarse a un nuevo ambiente.
Las mega tendencias presentadas por Cornish, editor de la revista The Futurist, representan la forma en que se desarrollan los acontecimientos a través de este tiempo. Por lo tanto, será imperativo el cuestionarnos cómo éstas nos ayudarán a pronosticar el futuro. Por último, el Prof. Howard F. Didsbury, Jr. (citado por Acevedo, 2008), asevera que las personas tienen diferentes actitudes hacia el futuro. A continuación, les presento las siguientes disposiciones:
· providencial/fatalista – es aquella persona que tiene una visión fatal del futuro y que dependerá de la providencia divina.· convencional – el futuro se vislumbra como el presente; es la misma cosa.
· pesimismo – el individuo siente nostalgia por el tiempo pasado, ya que el mismo fue uno mejor.· discontinuidad – no existe una continuidad entre el pasado y el futuro; una cosa no tiene que ver con la otra.
· optimismo – existe una fe en el progreso, optimismo y confianza en la tecnología.· desconocido – no saber qué va a pasar en el futuro.
· futurista – tener una visión optimista del futuro, la cual tiene muchas posibilidades de planificación y acción.
Así que cuando hablemos o pensemos sobre el futuro, será necesario tomar en cuenta las tendencias sociales y aceptar la gran responsabilidad que se desprende de este análisis: el futuro dependerá de cada una de nuestras acciones presentes, tanto individuales y colectivas. Y usted: ¿qué decisión tomará hoy que repercutirá en su futuro?
(La autora es profesora universitaria en la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla y estudiante doctoral del programa de Educación en Currículo e Instrucción de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto de San Germán. Puede contactar con la autora desde autores@tisoc.com)
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