Por Waldemar J. Ramírez
Estos son tiempos difíciles, ¿quién lo puede dudar? Hemos vivido la primera recesión global desde la Segunda Guerra Mundial. Y muchos posiblemente nos encontrarnos fortuitamente frente a una crisis personal que genera sentimientos muy fuertes, particularmente, sentimientos de temor. Tememos fallar, tememos no saber cómo manejar la nueva y espinosa situación, tememos no poder recuperarnos del golpe, tememos perder algo valioso que nos costó mucho alcanzar. Y cuando hablamos de perder algo valioso no nos referimos sólo a algo físico, sino posiblemente a algo intangible como prestigio, confianza, aprecio de otros. En fin, mil y una posibles fuentes de ansiedad.
El temor al fracaso es uno de los sentimientos más incapacitantes que el ser humano puede tener. Muchos personajes famosos a través de la historia, en su camino hacia el éxito han identificado este enemigo y han luchado efectivamente en su contra. Cristóbal Colon, Winston Churchill, Michael Jordan, J.K. Rowling, Lance Armstrong, entre muchos otros. Tristemente, la realidad es que en nuestro día a día un gran número de personas siguen viviendo inconscientemente incapacitadas por este temor, pensando que nunca podrán alcanzar y vivir su verdadero potencial.
Este temor al fracaso se disfraza de muchas maneras. Pueden ser dudas sobre la capacidad de uno volver a hacer algo que en el pasado logró. Puede ser un sentido de desmerecimiento, quizás un sentido de depresión, o simplemente una conversación interna donde nos convencemos de posponer el tomar acción. Y la mayoría de las veces ese temor al fracaso, una vez llega, tiende a seguir con nosotros en forma de un hábito, un patrón de comportamiento del que ni siquiera estamos conscientes.
Afortunadamente, al igual que otros tantos hábitos y comportamientos, éste puede modificarse. Se ha dicho que "el fracaso no es lugar, sino una actitud". Hay estrategias específicas para sobreponerse a esta actitud, a este temor. Vamos pues a considerar algunas:
1. Decida tomar acción.
El temor al fracaso trabaja en contra de usted mediante la inmovilización de su mente. Le lleva directamente a esa antigua parte de su cerebro conocida como la amígdala - muy útil en la vida de nuestros ancestros cavernícolas - y que sólo sabe prepararnos para pelear o huir. Pero cuando usted está intentando alcanzar un objetivo racional o resolver un problema relativamente sofisticado, el asunto no se resuelve ni corriendo ni lanzando golpes. Es el momento para una decisión coherente de actuar. La acción faculta, es fuente de poder, le permite a uno comenzar a cambiar las circunstancias o la situación. Y si esa acción no da el resultado deseado, simplemente, se hacen ajustes y se actúa de nuevo.
El fracaso es pasivo. El éxito es activo. El éxito proviene de ocasionar, mediante la acción, que pase algo. El fracaso proviene de permitir, mediante la ausencia de acción, que ocurra algo.
Tome ese primer paso, recordando que su único y real temor debe ser el temor de nunca intentarlo. Simplemente hágalo…
2. Niéguese a darse por vencido, intente algo diferente.
Arriba mencionamos la opción de hacer ajustes cuando nuestra acción no da los resultados esperados. Y es que las personas más exitosas son las que intentan diferentes enfoques hasta que obtienen los resultados deseados. No se dé por vencido si lo intenta par de veces sin éxito. Si es necesario tómese un descanso y entonces vuelva a intentarlo con un enfoque diferente. Dicen que la locura se define como continuar haciendo lo mismo y pretender obtener resultados diferentes. Así que no actúe como un demente. Tome un segundo aire e intente algo innovador. Y recuerde que cuando un fracaso se convierte en algo negativo, es cuando uno se da por vencido.
3. Aprenda a "fallar exitosamente".
Saber cómo enfrentar un fracaso es en sí un triunfo. Éxito y fracaso están ambos enraizados en un mismo gran deseo humano: el deseo de lograr. La gran diferencia de las personas exitosas es que no viven preocupadas por fallar, sino por aprender qué deben hacer para lograr sus objetivos. De hecho, las personas verdaderamente exitosas fallan con regularidad, pero saben cómo enfrentar cada fracaso. Sus historias están llenas de "fracasos exitosos."
Thomas Edison luchó a través de miles de ensayos fallidos antes de poder ofrecernos su lámpara eléctrica incandescente. Cuando se le preguntó cómo logró sobrevivir tantos "fracasos", respondió: "Nunca los consideré como fracasos, pues en cada caso encontré lo que no estaba funcionando". Edison lo vio todo como un proceso de aprendizaje que eventualmente lo llevaría al gran triunfo que buscaba.
Prácticamente todo atleta olímpico medallista de oro caminó hacia la grandeza "fracasando exitosamente". Y probablemente usted también haya "fracasado exitosamente" muchas veces en su vida, siempre volviendo a ponerse de pie para seguir adelante. Quizás no se había percatado, ¡pero usted está en la misma liga que los grandes medallistas de oro olímpicos! Como Edison y los medallistas olímpicos, examine de cerca aquello que no funcionó como usted deseaba, implante cambios y evalúe los resultados. De esta manera, aprenderá nuevas habilidades que le harán cada vez más fuerte.
4. Replantee o "re-enmarque" su forma de pensar.
Piense en términos más positivos.
- En lugar de anticipar un posible resultado o evento como una posible catástrofe, mírelo como un reto.
- En vez de especular: "¡esto podría resultar en un desastre!", piense: "¡esta es mi oportunidad de lograr el cambio que busco!"
- A cambio de pensar: "¡el tiempo no es suficiente!", piense: "¿cómo puedo mejor aprovechar el tiempo que tengo?"
- No piense: "¡esto no es lo que necesito, no me resuelve nada!", piense: "¡esta es una buena oportunidad, pues no tengo nada que perder y puedo intentar algo realmente innovador!"
Incluso hasta las sensaciones físicas pueden "re-enmarcarse" y verse desde otra perspectiva. Por ejemplo, las palmas de las manos húmedas y las "mariposas en el estómago" - en vez de interpretarlas meramente como indicios de "miedo" - distíngalas como señales de anticipación de que vamos a aprender algo nuevo que nos va a hacer más capaces.
Está en orden una advertencia: "re-enmarcar" no es asunto de "engañarse" a uno mismo. Es reconocer que toda situación que observamos en nuestro diario vivir y la actitud que asumimos ante ella, típicamente tienen más de una cara y podemos decidir cómo abordarla. Es como una moneda con sus dos lados. ¿Qué lado está mirando? Si uno no está acostumbrado a hacerlo, inicialmente puede uno sentirse un poco raro con la idea de "re-enmarcar" su forma de pensar, hasta que la práctica se convierta en una nueva y poderosa destreza.
5. Reduzca su presión mental.
Para esto, acepte que eso que llamamos "fracaso" es una parte normal de cualquier vida balanceada. Esto le facilitará aprender a ser flexible y saber amoldarse ante la presión de intentos fallidos y nuevas dificultades. Y no tema sentir miedo ante la idea de fracaso, pero reconozca que ese temor no está necesariamente basado en la realidad, sino que nace de una proyección mental de algo futuro, imaginado, algo que sólo se convertirá en un problema real si en efecto usted cesa de actuar para lograr sus objetivos.
Finalmente, recuerde que no hay cambios que ocurran de la noche a la mañana. Así que persista y tenga presente que cometer un error no nos convierte en un fracaso. Igualmente, es importante que recuerde sus pasados éxitos, para que así continuamente reconozca lo que usted es capaz de lograr. ¡El temor al fracaso no podrá prevalecer ante el peso de la evidencia de que usted puede triunfar hoy y mañana! Toda acción exitosa cobrará un nuevo significado.
(El autor es coach PE, CC, profesor universitario, coach certificado y fundador de Integrant Consulting Associates).
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