jueves, 20 de diciembre de 2012

La psicología de la mujer en los negocios



La psicología de la mujer en los negocios


Dra. Yiara S. Blanco




"Yo quise ser como los hombres quisieran que yo fuese:


un intento de vida;


 un juego al escondite con mi ser.


Pero yo estaba hecha de presentes,


 y mis pies planos sobre la tierra promisora


no resistían caminar hacia atrás,


 y seguían adelante, adelante,


 burlando las cenizas para alcanzar el beso


de los senderos nuevos."


-Julia de Burgos (Yo misma fui mi ruta) 


   


Medio siglo después, nos vemos enfrentadas a las palabras memorables de la poeta puertorriqueña, Julia de Burgos.  Seguimos siendo nuestras rutas, continuamos forjándonos contra la marea, burlando el orden establecido y buscando nuevos senderos.  Llegar hasta esa encrucijada en el camino es el primer obstáculo por vencer, si tomamos en consideración que no caminamos solas y con las manos vacías; nos acompañan las mujeres idealizadas en nuestra mente y el bagaje sociocultural de nuestra raza.  


            De forma interesante, la mujer moderna carga con dos distintos equipajes, a saber; las tradiciones de la cultura y las exigencias del mundo actual. Esta paradoja, presentadas excelentemente en 1996 por dos escritoras y terapeutas, Rosa Gil y Carmen Vázquez, es el pan nuestro de cada día.  Madres, esposas, profesionales, hijas, hermanas son solamente algunos de los roles que definen a la mujer del siglo XXI en cualquier ámbito laboral, pero con mayor impacto en el mundo empresarial.



A partir del movimiento Post-Segunda Guerra Mundial, las mujeres del mundo encontraron opciones de trabajo, ocupación y empleo fuera del hogar, lo cual impulsó una redefinición de las expectativas tradicionales.  La incursión en mercados laborales como la banca, leyes, política, ciencias aplicadas, bienes raíces y prensa fue controvertible explícitamente y hoy día continúa siendo tema de discusión de modo tácito. Para desconstruir las polémicas implícitas, el interés en la educación progresiva y pedagogía feminista, su figura ha obtenido gran seguimiento en los círculos de reforma social, política y económica (Sadovnik & Semel, 2002). Las mujeres hemos entendido la importancia del zeitgeist; toda vez, continuamos el desarrollo de destrezas y estilos de liderazgo que impacten las bases de la filosofía del mundo empresarial para el bien de futuras generaciones de mujeres.


La mujer es agente de cambio por naturaleza biológica.  La habilidad de ser co-creadoras de vida nos facilita sobrevivir la marejada de transformaciones que definen el mundo de los negocios. El concepto mujer se ha identificado, erróneamente, con debilidad y falta de visión en el mundo empresarial.  No obstante, lo que se cataloga como debilidad y falta de visión no es otra cosa que el papel de co-creadora que busca consenso para evitar la anihilación de la especie o en el peor de los casos, el de la empresa.  El pensamiento independiente y la reforma al ideal colectivo tradicional es la carta de triunfo en las negociaciones.  La habilidad de establecer puntos de vista de modo asertivo y reconocer en qué momentos es requerido tener “piel dura” para conseguir el cierre de un contrato son el resultado del bagaje de crianza cultural donde se nos exigía reconocer y cubrir las necesidades de los demás, antes de que fueran expresadas.  Las mujeres traemos a la mesa de negociación la innovación de un balance entre vida personal y vida de trabajo fuera del hogar.  A diario rompemos con ideas discriminatorias, esto al sentar pautas en políticas públicas relacionadas con sueldos equiparables, igualdad de oportunidad de empleos y extinción de roles sexualizados  en el área laboral. Somos la fuerza transformadora del mundo empresarial del nuevo milenio.


La  responsabilidad de ser revolucionarias paradigmáticas llega con una advertencia: aquella de mantener la visión de quienes somos cuando no estamos en la función de mujer de negocios.  No debemos obviar la carga que tiene sobre nosotras el discurso milenario del rol de mujer, la cual se entrega a todos y se pierde a sí misma en el cumplimiento de sus deberes; la que se define, únicamente, a base de sus acciones, tareas y su lenguaje, y en el torbellino de actividad y horarios -en muchas ocasiones- se pierde la esencia de “La Mujer”.  Hemos de incorporar y exigir un tiempo especial -aunque sean tan sólo 60 minutos a la semana- para encontrarnos con nosotras mismas, sin sentirnos culpables por ese tiempo no regulado por listas, horarios o agendas.   


Nos encontramos en el umbral de una era de redefinición.  Un momento histórico donde las mujeres del mundo deciden establecer límites, mientras salen al encuentro de sus sueños y se abrazan con la mujer atrapada entre las exigencias.  En este momento de redefinición, escogemos con qué quedarnos  y qué desechamos.  Hacemos una lista de los sueños que dejamos en pausa al comenzar a ser de los demás y cuáles son viables para completar hoy día.  


Que quede claro: esto no es un grito de guerra, esto no es una hoguera para el género masculino: esto es un despertar, una negociación con nosotras mismas.  El proceso de aprendizaje termina el día en que nuestro cuerpo deja de vivir.  Tomemos pues, un tiempo para admirar la evolución de la mujer que somos y las mujeres que estamos criando.  Tiempo para sanar las heridas, analizar las enseñanzas aprendidas y dejar huella en nuestro mundo laboral. Tiempo para comenzar a narrar nuestra nueva historia.


(La autora es profesora universitaria; colaboradora de la empresa puertorriqueña H.E. Educational Training & Professional Development Center y psicóloga clínica licenciada en Puerto Rico.  Obtuvo su grado doctoral en Psicología Clínica de la Escuela de Medicina de Ponce, Puerto Rico; actualmente se desempeña como Asociada Post-Doctoral en Psicología Clínica Multicultural en Centros de Salud y Cuidado Primario en el Departamento de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut.)


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