No es la primera vez que digo que la única manera de ser feliz es
conectar con uno mismo, con quién de verdad somos. Pero ese Yo
real está oculto bajo
un montón de cosas que no somos pero creemos ser. Y sacar todas esas capas es
un trabajo laborioso, que requiere de esfuerzo y voluntad. Y en la mayoría de
casos ayuda externa. Alguien que nos ayude a tener la
objetividad que somos incapaces de tener.
Así que
si de verdad quieres conocerte, ya sabes que vas a requerir de ayuda, voluntad,
esfuerzo y un mantenimiento en el tiempo. Y constancia, mucha constancia. Y quizás
este último punto es uno de los que resulta más débil en la mayoría de la
gente. Constancia significa que es un
trabajo que hay que hacer a diario. No basta con ir cada quince
días a terapia y luego no aplicar nada de lo aprendido-observado hasta el día
antes de la siguiente sesión. Ese no es el camino para ser feliz. Hay que estar
ahí a diario. Y para eso hay que pararse más.
Cuando
nos encontramos más o menos bien y las cosas nos funcionan (o funcionan del
modo en que nos hemos acostumbrado a que funcionen) nos
cuesta mucho parar. Entramos en una rutina y una cierta
dinámica (levantarnos, trabajo, desplazamientos, higiene personal, alguna
actividad de ocio…) y seguimos ahí en piloto automático. Y para conocerse hay
que parar. O mejor dicho, hacer algunas cosas con conciencia plena. No es
necesario, porque además sería muy complicado, hacerlo todo con conciencia
plena. Pero algunas cosas sí.
Uno de
los modos de hacer esto es la meditación.
No estoy hablando de hacerse un experto meditador ni un monje monástico, pero
si de parar, respirar y estar con uno mismo. Existen muchos sistemas e incluso
técnicas guiadas para los que somos de mente activa y dispersa. Yo suelo hacer
las meditaciones guiadas de Andy Puddicombe a través de su programa Headspace. Es un sistema sencillo de seguir y
adaptado a nuestra mente occidental. Eso sí, en inglés. Pero tú puedes elegir
la técnica que más te guste y que mejor se adapte a ti. El
objetivo es parar y estar contigo mismo unos 20 minutos por día.
El
hecho de parar nos permite estar más en contacto con cómo nos sentimos y cómo
estamos interiormente. Y también sentir el cuerpo. Porque el cuerpo es muchas
veces el gran olvidado. Y nuestro cuerpo es uno de los
modos en que podemos aprender a saber quién somos. Nuestro
cuerpo reacciona a cada uno de nuestros pensamientos y emociones y nos envía
constantemente señales. Cuando aprendemos a escuchar y leer esas señales
empezamos a saber qué nos gusta y qué nos disgusta. Que nos acerca a quién
somos y qué nos aleja. Además de meditar, una ayuda para leer esas señales esrelajarse y sentir el cuerpo.
Aquí también puedes usar técnicas de relajación, yoga, tai-chi, cualquier
disciplina en la que haya poca mente y mucha conciencia corporal.
Estos
métodos de parar no son, como he dicho, suficientes por si solos. Pero sin
ellos es difícil que el resto surta efecto. Conocerse es quizás la tarea
más importante que tenemos que hacer en nuestra vida. Pues a
partir de ahí todo el resto surgirá solo e irá conectado desde el centro de
nuestro Ser. Por tanto, todo esfuerzo para conseguirlo estará bien empleado.
Claro que puedes vivir tu vida sin hacerlo e incluso puede que tengas mucha
suerte y consigas sentirte bien con ello. Pero la vida no siempre es tan amable
y ante cualquier problema un poco serio, esa máscara caerá y te darás cuenta de
que lo construido era un castillo de naipes. Para que haya solidez, ha de haber
profundidad. Y eso no es gratis, requiere de un trabajo como el que te he comentado.
Como
siempre, la decisión es tuya. Como dijo Morfeo a Neo en una genial
metáfora: Con el tiempo aprenderás que
hay diferencia entre conocer el camino…y andar el camino. Yo solo puedo
mostrarte la puerta, eres tu quien debe abrir”.
¿Estás
dispuesto a andar el camino?
Por Mertxe Pasamontes
Por Mertxe Pasamontes
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