No hay secretos ni fórmulas mágicas.
Cuando empecé con mi web, mis boletines
semanales y luego mis productos y servicios, quería hacerme ver en la red, que
me conocieran y llegar cada vez a más gente. Investigué y aprendí de las
personas que ya lo habían conseguido.
Encontré mucha ayuda en Internet, aprendí y
avancé, pero también me di cuenta de que es más importante ser tú mismo y hacer
lo que sientes que seguir las “fórmulas mágicas” de otros.
Una de las primeras cosas que aprendí fue que
las publicaciones más leídas eran las que tenían títulos como: Cinco claves
para, Tres secretos que, Cuatro maneras especiales de o Las seis mejores
fórmulas para…
Algunos de mis primeros artículos tienen
títulos parecidos, no he “medido” la efectividad de empezar los artículos así,
y quizá sea cierto que llaman más la atención que otros. Pero a mí me gustan
más los títulos sugerentes.
Sean como sean, los títulos pueden ser
atrayentes, pero si lo que viene detrás no te llega, de nada sirve ese
“poderoso” encabezado.
Con el tiempo, además de seguir investigando y
aprendiendo, también he llegado a mis propios “secretos” que me ayudan y en
muchos de mis artículos hablo de ellos. Pero no creo que sean las fórmulas
mágicas que sirvan para todas las personas en general.
No pretendo gustar ni llegar a todo el mundo, eso
es imposible. Lo que sí quiero es llegar a las personas a las que les gusta lo
que hago, lo que escribo, lo que digo y lo que ofrezco. Y la mejor manera de
hacerlo es ser yo misma, ser fiel a mí misma y congruente con lo que digo y lo
que hago.
Esto se puede aplicar tanto para conectar con
personas en la red y también fuera de ella, en la vida real.
Todos sabemos cuándo conectamos con alguien
por su forma de ser y de comunicarse. A veces no podemos concretar qué es, pero
hay algo especial que nos hace confiar.
Creo que el “secreto” está en ser auténtico,
no pretender aparentar ni impresionar a nadie. Lo que atrae a unas personas de
otras es algo más sencillo, valioso y duradero que una primera impresión. Es la
esencia de esa persona, su autenticidad.
Tarde o temprano se ve cómo somos, no es fácil
aparentar todo el tiempo.
El camino más directo y seguro, que no el más
fácil, de llegar a las personas es a través de la honestidad, la sinceridad y
la humildad.
Hay una frase que dice “No basta con serlo,
hay que aparentarlo”, a mí me gusta más decir: “No basta con aparentarlo, hay
que serlo.”
Sé tú mismo, el resto de los papeles están cogidos
Hay demasiada gente en el mundo tratando de
vivir una vida que no es la suya, bien porque siguen la estela de sus padres o
porque quieren cubrir las expectativas que la sociedad tiene sobre ellos.
Oscar Wilde fue un maestro del individualismo
bien entendido. No se trata de vivir de
espaldas al mundo, sino de relacionarnos con él como
lo que es cada cual: una persona única,
irrepetible y genuina.
Cuando asumimos nuestro propio papel, nos
resulta mucho más fácil movernos por los escenarios que nos va procurando el
mundo, tal vez por aquel viejo dicho de: “Si vas a Roma, haz de romano sin
dejar de ser tú mismo”.
Descubrir quiénes somos y cuáles son nuestras
prioridades es una de las misiones –si no la más importante– que nos es
entregada al nacer. Por lo tanto, hay que luchar por la propia identidad.
Como decía Quevedo hace cuatro siglos: “vive
para ti si pudieres, pues sólo para ti si mueres, mueres”.
Del Libro “El coaching de Óscar Wilde” de
Allan Percy
Por Mª Victoria Martínez Lojendio
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