Gerenciando la tecnología
Lic. Andreína Vezga
autores@tisoc.com
Lic. Andreína Vezga
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A puertas de finalizar la primera década del siglo XXI, en medio de la llamada "era del conocimiento y la información", caracterizada principalmente por el auge las TIC´s, de forma paradójica podemos afirmar que en América Latina se evidencia una notoria deficiencia en la formación de profesionales de administración especialistas en fortalezas tecnológicas. Hay una pobre formación en el campo de la gestión tecnológica, la cual ha adquirido creciente importancia en los negocios, el nuevo concepto de organización y el mundo moderno en general.
El éxito de la empresa depende de la capacidad para elevar sus índices de productividad, incrementando sus ganancias, su posicionamiento en el mercado, su nivel de competitividad y su aporte social. Para ello es necesario contar con una gerencia que tenga visión holística, intuición y que se mantenga a la vanguardia en los distintos frentes que conforman la expresa. Asimismo, han de diseñarse estrategias adecuadas para afrontar el mercado, contar con el talento humano calificado y con el recurso tecnológico de punta que permitan garantizar la óptima aplicación de las estrategias y, en consecuencia, alcanzar las expectativas y el éxito.
No obstante, la gerencia actual en Latinoamérica no está en la cima en lo que respecta al factor de la tecnología, aunque pueda tener un buen nivel en otros aspectos. Esto ocurre porque las instituciones de educación superior ofrecen programas educativos de pregrado donde el aprendizaje tecnológico es mínimo, cuando no se le considera innecesario, presentándolo como "una asignatura más" y no como un componente fundamental de formación.
Quizás otras profesiones, tanto en el nivel profesional, como en los niveles tecnológico y técnico, consideran como competencia principal el manejo de la tecnología (las ingenierías, por ejemplo); no obstante, quienes se preparan para asumir el reto de ser gerentes de una organización no pueden dejar de lado la ampliación de sus conocimientos, ni dejar de desarrollar sus habilidades al respecto; aunque la tecnología se ofrezca como una disciplina transversal en la educación de los administradores, es una disciplina más que necesaria, obligatoria, en el mundo profesional actual.
El gerente del siglo XXI ha de ser un gerente de la tecnología. Nos enfrentamos a un cambio de paradigma tecnológico-económico, un nuevo modelo intensivo en información, con procesos sistematizados, empresas en red, estructuras horizontales e integradas, con inteligencia distribuida y habilidades múltiples, con funciones promocionales de información coordinación y regulación, pensadas más bien para un servicio con producto.
Este nuevo modelo otorga un papel clave a la innovación y a la tecnología, consideradas ejes fundamentales en la prosperidad de la empresa. Es evidente que existe una gran correlación entre el grado de formación tecnológica de la alta dirección de una empresa y el éxito sostenido de la misma, en atención a que la competencia en los mercados exige una buena dosis de comprensión de las tecnologías involucradas.
La empresa de hoy se ve obligada a tratar el tema de la tecnología como una variable central de la función productiva y a integrar la innovación tecnológica a la estrategia de desarrollo empresarial. El reto de la modernización empresarial es un reto tecnológico. Las tecnologías dominantes serán la informática, los nuevos materiales, la microelectrónica, la robótica y la biotecnología, y el desarrollo tecnológico tenderá a ser más sostenible y equilibrado. La empresa, desde su gerencia, debe estar preparada para el cambio, cada vez más constante en cuanto a tecnología, y determinar los ajustes necesarios en el momento adecuado.
Hoy, alrededor de mundo, el origen y la evolución de la ciencia administrativa están asociados a la aparición y el desarrollo de la empresa multinacional y su cambio reciente hacia la transnacionalización - emblema actual del capitalismo -, con predominio de la tecnología como función de empresa. Es fácil asociar este desarrollo con la necesidad de que las universidades vayan también formando personas de empresa capaces de gerenciar esta función en el ámbito de la globalización.
De acuerdo con lo anterior, la universidad debe ofrecer y proporcionar una formación básica que enfatice en el desarrollo de procesos basados en la innovación, incluida en el campo de la tecnología.
(La autora es Lic. en Ciencias Administrativas de la UNAM, Especialista en Recursos Humanos).
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