lunes, 17 de febrero de 2014

Parásitos, oportunistas, auténticos y terroristas

Aunque el personal branding se mueve en el entorno de las ciencias sociales, la comunicación, la publicidad, el marketing y las humanidades en general como se refiere única y exclusivamente a personas no podemos olvidar que venimos de donde venimos y que algunos patrones de comportamiento encuentran su reflejo en este universo llamado Reino Animal.
Esta semana vamos a comentar  algunas formas de comportamiento que por ser frecuentes y molestas pueden afectar negativamente a nuestra marca personal.
La simbiosis es en principio la asociación de diversos organismos para gozar de beneficios mutuos. Pensemos en el pájaro que ayuda a los cocodrilos a limpiar sus dientes alimentándose de los residuos o de los parásitos que anidan en la boca del reptil. En principio es una relación de confianza, un gano – ganas, porque todas las partes obtienen un beneficio y de esta manera nunca sucede que el pájaro en cuestión acabe en el estómago del cocodrilo.
En el caso de los humanos la situación puede cambiar y  las relaciones simbióticas acaban derivando en una tipología que de entrada resulta poco agradable a una de las partes y además puede dañar su reputación y su marca personal.
Una forma  simbiótica perversa muy conocida en muchos ámbitos personales y profesionales es el parasitismo. Es un parásito aquel individuo que decide depender de otro aprovechando sus recursos materiales o su conocimiento únicamente en beneficio propio. Normalmente actúa con discreción o más bien de manera sutil aprovechando una situación de confianza que utiliza para captar ya sea información o conocimiento que utilizará en el momento oportuno para debilitar al otro y salir fortalecido. El individuo parásito no remata nunca a su víctima, la debilita física o moralmente pero permite que siga viva para seguir reproduciendo el modelo.

El oportunismo es otra variante del comportamiento simbiótico  muy frecuente en el mundo profesional. El oportunista es un individuo que siempre va en búsqueda de oportunidades fijándose en lo que hacen los demás para reproducirlo pero sin hacer mejorar la propuesta de valor. Repite conceptos, clona modelos y los banaliza hasta hacerles perder valor. El oportunista no mata a nadie pero como desvirtúa el trabajo ajeno acaba resultando una molestia que erosiona la marca personal de sus víctimas. El oportunista no desaparece y cuando ha quemado una idea busca inmediatamente otra para seguir reproduciendo su modelo.

Una variante más perversa comportamiento oportunista son los auténticos. Se trata de oportunistas que desprecian a aquellos que se esfuerzan por ser conocidos, reconocidos y memorables, desprecian el concepto marca personal y se adhieren a una idea, concepto o modelo de negocio para ofrecerlo gratis al mercado. Basan su autenticidad en una posición antimercantilista, en alardear que su misión es compartir y al final acaban regalando aquello que no les ha costado nada desarrollar.

Finalmente nos encontramos con los terroristas que son aquellos que se lapan a lo que sea con la finalidad de destruirlo. Hacen ver que les mueve algún tipo de interés para generar una situación de confianza y al final aprovechan la  ocasión para cargarse las propuestas de valor que han desarrollado los demás. Al final como todo el mundo sale perdiendo podemos concluir que se trata de un comportamiento simbiótico invertido.

La conclusión de todo este entramado es que si realmente queremos gestionar nuestra marca personal hemos de estar atentos a los comportamientos que la amenazan. Cuando una marca personal se libera de su entorno tóxico aumenta su valor.

Publicado por: Jordi Collell 

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