Desde tiempos remotos, el caballo ha ayudado al hombre no solamente en su evolución, conquistas, trabajo diario o facilitando la supervivencia, sino cómo terapeuta y maestro en su crecimiento personal.
Talia Soldevila
Los antiguos Griegos ya utilizaban al caballo con fines terapéuticos para levantar la autoestima de enfermos graves. Jenofonte (431 a.C.) también persiguió una relación diferente con el caballo e Hipócrates (460 a.C.) comentaba que el ritmo del caballo era saludable. Los celtas le llevaba un potro a aquellos que estaban tristes para darles compañía; esta práctica se usaba para reconfortar la pena de la muerte de un ser querido. A lo largo de toda la historia humana, el caballo se ha considerado como un animal místico y espiritual llegando incluso a deificarlo. Jung sugería que los caballos representaban uno de los arquetipos mitológicos más profundos de la humanidad.
La psicoterapia asistida con caballos es una evolución natural a partir de la hipoterapia y la equinoterapia. Varias asociaciones y proyectos nacen en EEUU a partir de 1994 como EFMHA (1994), EPONA (1997), EAGALA (1999), EGEA (2003). En Europa nacen EAGALA EUROPE (2003) y EAHAE (2004).
Todos los que nos relacionamos con los caballos a partir de una base de comprensión, respeto, confianza mutua e igualdad, sabemos que nos hacen de espejo. ¡Cuántas veces habremos comprobado que si tratamos al caballo cuando nosotros estamos estresados o nerviosos, el caballo responde con la misma actitud! El caballo es un animal sumamente sensible e inteligente; no entiende de mentiras (rasgo exclusivamente humano) y no entiende la incongruencia entre comportamiento y emoción, pero es sensible a nuestro lenguaje corporal y le sirve de espejo a nuestro estado emocional.
El impacto de trabajar con un animal que piensa y reacciona de forma independiente es un reto. El aprendizaje con caballos es vivencial, la forma más poderosa de aprender, ya que aumenta nuestra retentiva hasta un 75%. Cuando tenemos que resolver una situación 'in situ' con un caballo, trabajamos a partir de nuestras respuestas emocionales, activando nuestro pensamiento lateral, inteligencia emocional y creatividad.
Mediante actividades que están específicamente diseñadas por profesionales de la salud mental y especialistas equinos, vemos cómo los clientes interactúan con el caballo emocionalmente. Cada interacción del cliente produce un comportamiento en el caballo que, a su vez, es "traducido" por el/la profesional. Estas actividades jamás se realizan montado el caballo; se trata de hacer que el caballo recorra un determinado circuito, se esté quieto, salte un obstáculo o vaya de A hasta B punto, etc. Se trabaja con los caballos en libertad; no se atan y rara vez llevan cabezada. De esta manera nos aseguramos de que el caballo reaccione tal y como quiere; además, siempre le ofrecemos la opción de huida. De esta manera, el caballo se queda con nosotros si somos capaces de transmitirle seguridad y claridad de intención.
Cualquier persona se puede beneficiar del aprendizaje asistido con caballos. Hoy en día se está aplicando la enseñanza con caballos para un amplio público, como particulares, familias, empresas, militares, penitenciarías y correccionales, crecimiento personal, etc. Este tipo de trabajo con los caballos nos provee de una poderosa herramienta para el autoconocimiento. El aprendizaje es mucho más acelerado y no se olvida. Aplicado a la psicoterapia e incluso al coaching, se ha comprobado que cinco sesiones con los caballos equivalen a 25 en consulta o sesión tradicional. Lo que aprendemos de nosotros mismos con los caballos jamás lo olvidamos.
Las sesiones particulares suelen durar una hora y con una frecuencia semanal. En el caso de talleres se alarga a uno o dos días enteros, recomendando repetir la experiencia al cabo de uno o dos meses para constatar los cambios efectuados en cada persona. En cualquiera de los casos, el impacto no cesa al marcharse de las instalaciones; durante mucho tiempo después la experiencia queda patente y nos acordaremos de situaciones vividas con los caballos en nuestra vida diaria.
Incorporo a los caballos como parte activa de mi equipo de trabajo. En realidad cualquier caballo puede realizar este trabajo, siempre y cuando no se trate de un animal agresivo. Nuestra máxima es la seguridad tanto emocional como física de clientes y caballos. Los caballos rescatados o viejos en muchos casos pueden tener un futuro digno como coterapeutas y, además, pueden ser maravillosos en este trabajo. Mis caballos disfrutan con el trabajo y he podido constatar un vínculo más profundo desde que hacen sesiones de coaching conmigo. Tuve la suerte de poder trabajar con dos de mis caballos viejos antes de que dejaran este mundo el invierno pasado, un trotón francés rescatado de 28 años y una Welsh pony de casi 40. La experiencia de sus vidas quedó reflejada en la sabiduría con la que trabajaban y se relacionaban con mis clientes. Ambos fueron dos verdaderos maestros para mí y para ellos.
He vivido situaciones realmente mágicas entre caballos y clientes. Tenemos una deuda enorme con el caballo y una vez más nos ayuda de forma incondicional. Me alegra saber que mi equipo equino y yo vamos ayudando a los que se cruzan en nuestro camino, a veces causando profundos cambios en sus vidas. También me alegro de poder transmitir a mis clientes, cuya mayor parte no se han relacionado con caballos jamás, el respeto hacia los animales y la naturaleza.
(Coach Personal y Experta en Formación con Caballos. Puede contactar con la autora desde autores@tisoc.com)
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