Editorial
ariel.orama@tisoc.com
Hay algo
maravilloso dentro del mundo del Coaching que lo distingue
de otros modelos de intervención: nos referimos al arte de preguntar. Un
portal infinito se abre a partir de una pregunta ingeniosa.
Algunos pensarán: esto ya fue dicho por los griegos. No
aporta algo innovador. Sin embargo, ¿hasta qué punto fomentamos en la
actualidad el arte y ciencia del buen preguntar? ¿Cuán seriamente nos educamos
para crear preguntas substanciales?
Una pregunta, ya sea escueta o estilizada,
expande la mente hacia nuevos horizontes. Las grandes invenciones y los experimentos
exitosos han surgido precisamente de una pregunta curiosa. Se dice que el
pequeño Einstein, con una brújula en mano, creaba preguntas interesantísimas
sobre el tiempo y el espacio.
En el ámbito de las relaciones,
una pregunta sutil podría mejorar nuestros vínculos con los demás (ejemplo:
“¿Puedo sugerirte algo? ¿Qué puedo aportar en nuestra relación?”) Una pregunta
precisa, contrario a una crítica, podría crear auto-conciencia en un niño para
así “despertar” (“¿No habrás utilizado demasiado azul en tus dibujos? ¿Qué
harías si apareciera un duende mágico que cumpliera todos tus sueños?”). Hasta
el criterio final de la mujer más hermosa del Universo resulta ser deliberado
por una última pregunta.
Los coaches tenemos un arma
poderosa que no debemos olvidar: esa curiosa y estilizada curva en un signo
arbitrario, cuyo punto mágico es capaz de crear introspección en el cliente y
ofrecerle la adrenalina suficiente para actuar. Ya lo dijo Sócrates: seamos
parteros del conocimiento.
Elaborar más y mejores
preguntas en cada instante, es una gran responsabilidad: no sólo como coaches,
sino también como descubridores de los grandes misterios de la vida.
Cuestionamientos como ¿Qué no se le ha ocurrido todavía? ¿Cuál es el próximo
paso? ¿Qué haría su jefe o su mayor ídolo en esta situación? ¿Qué más puede
aportar? ¿Cómo se sentiría cuando logre su meta? son fundamentales para que
cada cliente llegue a la cúspide de sus sueños.
Y finalmente ustedes, queridos colegas, ¿qué se
preguntan?
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