Coaching
con caballos. Un enfoque diferente del Coaching
Talia
Soldevila
autores@tisoc.com
El Coaching con Caballos está ganando terreno en todo el mundo. Sus raíces provienen de la Psicoterapia Asistida con Equinos, más conocido como PAE, que lleva ya casi veinte años funcionando a nivel profesional. Ambos surgieron en EEUU y se extendieron por Europa y Latinoamérica con fuerza a principios de este siglo.
Pero, ¿qué es el Coaching con caballos y en qué se diferencia del Coaching tradicional? Para empezar, incorporamos uno o más caballos en una sesión, de manera que forman parte del equipo de trabajo junto con el Coach y el especialista equino o en algunos casos, solamente el Coach, si éste tiene experiencia dilatada con el manejo de caballos. Una sesión se conduce mediante una serie de actividades que se tienen que resolver con la colaboración del caballo y siempre se trabaja pie a tierra. La forma en la que el cliente (Coachee) resuelva la actividad nos proveerá de metáforas en la vida de éste, a partir de las cuales trabajaremos mediante preguntas socráticas para ayudarle a que encuentre sus propias respuestas y busque formas que le vayan bien para cambiar patrones de conducta.
Y, ¿por qué el caballo? Este animal por naturaleza es un animal de presa, es gregario y necesita de la manada para su supervivencia y estabilidad psíquica. Al ser presa, su conducta se basa en captar los niveles energéticos de su entorno que le avisan si hay peligro. Por este motivo, los caballos actúan de reflejo del estado emocional de las personas. Captan el "verdadero yo" que hay detrás de las máscaras sociales que nos imponen y nos imponemos: reflejan lo que en realidad sentimos por mucho que nos empeñemos en ocultarlo. Voy a poner un ejemplo de una sesión que ilustra cómo funciona una sesión de Coaching con caballos. El nombre real de cliente ha sido cambiado para proteger su anonimato.
Elena me contrató para resolver problemas de pareja. Vivía con un hombre hacía 7 meses y se sentía con obligación a corresponderle en sus sentimientos, pero no podía. Esto la torturaba porque "era tan bueno con ella y le daba tanto" y, sin embargo, ella no podía sentir lo mismo. Hablaba de "rescate", "culpa", "responsabilidad sobre los demás" y "pena". Por otra parte, había aparecido un antiguo amor al que hacía años no veía.
Le pedí que ella misma construyera un circuito en la pista que fuera como un camino y que tuviera por lo menos un giro y un pequeño obstáculo. Añadí que este camino lo tendría que hacer acompañada por el caballo que escogiera y que nombrara los obstáculos, giros, etc., con hechos o personas en su vida que consideraba importantes. Así lo hizo, añadiendo además unos conos y una especie de arco al final, que era demasiado bajo como para que pasara un caballo por ahí y que etiquetó como "yo misma". Otras etiquetas eran "proyecto profesional", "pareja", "familia y amigos" y "sueños y retos" en ese orden.
Escogió a un caballo, un paso peruano llamado Miguelito, al cual cogió de la cuerda e inició el circuito. Miguelito se quedó parado en "pareja" y bajó la cabeza. Por mucho que Elena intentó moverlo, él estaba anclado en el suelo. Finalmente, Elena consiguió que le siguiera de nuevo y continuaron pasando por "familia y amigos" sin presentar problema alguno. Pero de nuevo se detuvieron al llegar a "sueños y retos". Aquí Miguelito comenzó a empujar suavemente su cabeza contra Elena de manera insistente.
Le hice entonces una serie de preguntas a Elena respecto a las dos ocasiones en que el caballo se había detenido y qué pensaba ella que significaba tal hecho. Esto dio paso a reflexiones por su parte acerca del paralelismo entre ambas. Sin profundizar demasiado, le invité a que continuara su circuito.
Al final se encontró con "yo misma": el pequeño arco. Tuvo que darle un rodeo para poder finalizar el circuito.
Concluida la actividad, dimos paso a la reflexión de cómo le había ido. Elena se dio cuenta de que era ella la que se estaba causando la "culpa", la "responsabilidad sobre los demás" y la "pena" por el sentimiento de "rescatar" a todos los que le rodeaban y que esto le impedía crecer. Todos los obstáculos que había en su vida se encontraban donde se había parado Miguelito.
¿Qué aportó el caballo en esta sesión? Elena insistía en crearse un entorno que socialmente parecía maravilloso, pero ella no lo sentía así. El caballo captó esta incongruencia y se paró en aquellas etiquetas que le removían más emociones a Elena. Cuando Miguelito le golpeó suavemente ante "sueños y retos", sin duda fue cuando Elena comenzó a dar paso a su "verdadero yo". El caballo lo sintió y le empujó como diciéndole: "Ánimos, sácalo de dentro".
Elena hizo 5 sesiones conmigo. Durante las sesiones se trabajó la búsqueda de la meta que quería lograr, cómo podía alcanzarlo y qué herramientas tenía a mano para poder hacer de estas metas una realidad y no solamente lo que ella calificaba como "sueños y retos". Acabó rompiendo con su pareja y ha iniciando una nueva aventura con ese amor de hacía años, aceptando que no siempre las cosas suceden en el tiempo que deseamos. Trabajó mucho su culpa y su responsabilidad hacia los demás, entendiendo por ella misma que la única responsable de su vida es ella. Hizo su "arco" tan grande que podía pasar un caballo por debajo.
Con muchos clientes, aplico una frase para comenzar la sesión que aprendí de Bárbara Rector, pionera en el aprendizaje asistido con caballos:
"Hoy
soy responsable de mi mismo/a y contribuiré al bienestar y seguridad
de los demás".
Elena integró esta frase en su actitud y los caballos estuvieron en todo momento para ayudarle.
(Talia Soldevila Nightingale es Coach Personal por TISOC, especialista equina y formadora en Coaching con Caballos. Representa a la asociación EAGALA en España. Funda y dirige el centro EQUILIBRI desde principios del 2006, dedicado al Coaching y la Psicoterapia asistida con caballos)-
No hay comentarios:
Publicar un comentario